[Debate] La Acción Directa Económica contra el capitalismo y el estado

Cuando la editorial Descontrol se arriesgó a publicar Acción directa económica, decidí no firmarlo por más de tres razones, pero voy a mencionar sólo tres. Una: los nombres propios obstaculizan los debates, las ideas corren el peligro de ser aplaudidas por los amigos y abucheadas por los enemigos. Dos: no me considero autor de lo que he escrito (digo «autor» en el peor sentido posible, el de propietario). Tres: por precaución. En estos tiempos de titiriteros y raperos presos, nadie está a salvo.

El libro parte de una premisa más simple que un sonajero: ninguna revolución se hizo ni se hará cumpliendo la ley. Me refiero a revoluciones que tengan por lo menos estas dos aspiraciones:

1) en lo político, la anarquía, la libre asociación de personas y la libre federación de las asociaciones.

2) en lo económico, el comunismo libertario.

Puesto que los revolucionarios estamos abocados a incumplir la ley tarde o temprano, conviene que nos vayamos acostumbrando. Esta es mi tesis y lo que ofrezco en Acción directa económica son reflexiones sobre mi aventura delictiva, tan limitada como peculiar.

El capitalismo lo ha infectado todo: la educación, la sanidad, el sexo, el arte, la ética, la vida… Pero es una enfermedad de origen económico. Es un sistema que lo ensucia todo de economía mediante un proceso llamado «mercantilización»: la sonrisa de un niño, el agua, la tierra, un atardecer… No hay nada que el capitalismo no pueda convertir en mercancía. Barrerlo de la escuela y del consultorio médico es como quitar chapapote de las playas y de las alas de las gaviotas: un voluntarismo inútil si no se va a la causa del vertido. En otras palabras, no vale de nada desmercantilizar la educación o la sanidad si no desmercantilizamos también la economía. El capitalismo es ante todo un sistema económico, luego hay que poner otro sistema económico en su lugar. Y esto requiere conocimientos económicos, estrategias económicas, instrumentos económicos. Por eso me especialicé en lo que llamo «acción directa económica», un método de lucha que abarca desde la creación de grupos de consumo hasta expropiaciones bancarias o de fondos estatales, principalmente por la vía de la insumisión fiscal.

Notad que no he dicho «fondos públicos», he dicho «estatales». Hacienda no somos todos. Hacienda es el órgano recaudador de una organización armada. Pensar que el dinero del Estado es público es como pensar que el dinero de la Mafia es público porque parte de lo que obtiene extorsionando lo dedica a servicios de protección y beneficencia. El cuento de que no pagar impuestos es insolidario solo engaña a los que no conocen (ni siquiera conciben) la posibilidad de la autogestión de hospitales, carreteras o escuelas. Detrás del argumento de la insolidaridad hay siempre una legitimación velada del Estado, uno de nuestros gigantescos enemigos.

Aunque la tipificación penal con que se juzga nuestras acciones sea la misma, «defraudación tributaria», un neoliberal evade impuestos con fines muy distintos a los de un anarquista que practica la insumisión fiscal. Un neoliberal perpetuará con los euros evadidos el capitalismo, el régimen de la propiedad y el trabajo asalariado. Un anarquista, por el contrario, intentará que los euros expropiados sirvan a la revolución. Ahora bien, lo intentará en vano o con unos efectos muy limitados, ya que el euro no es una herramienta apropiada para la revolución. Si acaso puede ser necesaria mientras no seamos capaces de generar alternativas. Lo mismo se puede decir de otros tipos de dinero que no esténn controlados por el Estado, pero que hayan sido diseñados con las mismas lógicas capitalistas. Los bitcoins, por ejemplo, están siendo manejados por anarquistas y por neoliberales —y por fascistas y por pederastas y por adventistas del séptimo día— con los propósitos más variopintos. Por ello, tomar una parte por el todo y calificar el manejo de bitcoins de íntrinsicamente más «neoliberal» que el de euros es una reducción aparentemente absurda, pero de ningún modo inocente. Las dos son monedas capitalistas de las que nos tenemos que liberar. Mostrar preferencia por una de ellas es un ejercicio parecido al de mostrar preferencia por los socialdemocratas respecto a los demócratas cristianos.

La confusión entre el neoliberalismo —radicalmente capitalista— y el anarquismo —radicalmente anticapitalista— podría acaso disculparse por ignorancia, pero otra causa frecuente de esta lamentable confusión es el aprecio al Estado. Los confundidos son comunistas más o menos autoritarios, estalinistas, socialdemócratas, etc., gente que aprecia tanto al Estado que sólo ve a los neoliberales y a los anarquistas como un puñado de despreciadores del Estado.

Desde mi perspectiva anarquista, tan detestable es el capitalismo como el Estado. De hecho, todo apunta a que son inseparables, que no se puede matar a uno sin matar al otro. Por eso recelo de quien critica a uno sin criticar al otro. En mi experiencia particular, la denostación vehemente de lo neoliberal suele ocultar frecuentemente la defensa a ultranza de lo estatal. Y viceversa.

Estas reflexiones no son azarosas. Las escribo aquí después de leer el artículo de José Luis Carretero publicado el pasado 18 de junio en Kaos en la Red bajo el título Las criptodivisas y los movimientos sociales. Crítica de las posiciones libertarianas. En su artículo, Carretero tacha a Acción directa económica de «libertariano», «anarcocapitalista» y «neoliberal», tres adjetivos que valen como sinónimos de «capitalista». Paradójicamente, el motivo de la descalificación parece ser mi aversión al dinero capitalista por excelencia: los dólares y los euros controlados por el Estado. Como es el dinero capitalista por excelencia, los neoliberales aman los dólares y los euros sobre todas las cosas[1]. Un neoliberal jamás tocaría un bitcoin que no pudiera cambiarse a dólares o euros. Pero Carretero parece no reparar en este detalle. Para él, sólo el manejo de criptodivisas merece el reproche de «neoliberal», no así el manejo de dólares o de euros. Y al atacar sólo el dinero no regulado por el Estado, acaba defendiendo por omisión la función regulatoria del Estado, al menos respecto al dinero.

Yo he gastado dos capítulos y cuarenta páginas del libro en explicar por qué creo que no hay nada menos revolucionario que guardar euros en un banco. Por lo tanto sugiero varias ideas sobre lo que el lector con ahorros podría hacer con sus euros antes que guardarlos en un banco; como quemarlos, por ejemplo. A los compañeros ahorradores que piensen que todavía no ha llegado el momento anhelado de la incineración, les sugiero otras operaciones que he llamado «inbersiones» y «expeculaciones», por distinguirlas de las inversiones y especulaciones que los bancos realizan con los euros depositados en sus cuentas. Y en las últimas posiciones de la lista menciono la compra de criptomonedas, compra sujeta a la condición de que los posibles beneficios reviertan íntegramente en la financiación de proyectos autogestionados. Pues bien, lo que Carretero destaca de todo lo que acabo de resumir es lo siguiente: «sobre la base de un análisis absolutamente libertariano y anarcocapitalista del dinero y sus funciones en el capitalismo, [Acción directa económica] anima a los activistas a especular en los mercados de criptoactivos». En otro lugar también dice que estos ánimos que yo doy a los activistas se basan en «una interesada confusión entre los conceptos de ‘moneda social’ y de ‘moneda digital’». Como si no hubiera monedas sociales digitales… En fin…

Podría estar equivocado, faltaría más, no tengo el don de la infalibilidad marxista, pero yo diría que mi análisis no es «absolutamente libertariano» ni «anarcocapitalista» y que lo que pasa en realidad es que el análisis de Jose Luis Carretero sí es un poco socialdemócrata. Y voy a decir lo me interesa de verdad, que no es precisamente confundir lo social con lo digital. Me interesa que dejemos de descalificar nuestros análisis y nos centremos en compartirlos, compararlos, debatir en serio sobre ellos. Mi interés no es retórico. La segunda parte de la Acción directa económica, que publicará también la editorial Descontrol, se titula justamente Dineros. Me interesa mucho el «análisis del dinero y sus funciones en el capitalismo» al que alude Carretero, cómo no, pero me interesa aún más el análisis del dinero y sus funciones en el anarquismo. Me asombra que haya todavía comunistas libertarios que se desinteresen de esta cuestión inaplazable. ¿Por qué íbamos a interesarnos —pensarán algunos—, si aspiramos a la destrucción del dinero? Pues precisamente por eso: no hay nadie en este mundo con más responsabilidad de interesarse por el dinero que un comunista libertario, porque el dinero es como el cáncer, para destruirlo hay que investigarlo.

Terminaré por donde empecé. No he firmado Acción directa económica. No me mueve el afán de notoriedad ni el lucro (por lo que a mí respecta, podéis piratearlo o tomarlo prestado de la estantería que tengáis más a mano). Con esa ligereza de equipaje, me permito animaros a que lo leáis y juzguéis por vosotros mismos y os adelanto un pasaje de Dineros, cuya publicación está prevista para finales de 2022:

«En el colegio nunca nos enseñaron cómo se crea el dinero y cuando nos pusimos a aprender por nuestra cuenta descubrimos por qué: porque es muy fácil, en realidad. Decía Einstein que si alguien no sabe explicar una cosa es que no la ha comprendido bien. ¿Es posible que las autoridades monetarias no comprendan bien el dinero? En nuestra opinión, sucede más bien lo contrario: que las autoridades monetarias no nos explican bien el dinero para que no lo podamos comprender. En paralelo a esta intoxicación premeditada corre la intoxicación accidental de los economistas. Por lo general, su ignorancia no es fingida, es veraz: el número de los que en su vida profesional tienen ocasión de proyectar una moneda y ponerla en circulación es ínfimo. Los textos teóricos sobre el dinero están redactados normalmente por expertos sin experiencia, que no han pasado nunca por la práctica elemental de diseñar una moneda. Son manuales de uso, no de fabricación. No se pensaron para enseñarnos a crear monedas, del mismo modo que las instrucciones del Ikea no se pensaron para enseñarnos a crear estanterías. Puesto que su fin es adiestrarnos en el manejo de dólares, euros, etc., y lo que nosotras queremos es dejar de manejarlos, los libros de consulta sobre el dinero son inservibles en su mayor parte».

Nota de Briega: este artículo es una respuesta al artículo de José Luis Carretero, "Las criptodivisas y los movimientos sociales":

https://www.briega.org/es/opinion/criptodivisas-movimientos-sociales-cri...

 

[1] Presupongo que después de décadas de ver como el Estado regala miles de millones de euros a bancos y grandes multinacionales no es necesario explicar que los neoliberales en realidad sólo odian al Estado de boquilla. Su lema podría ser: “Privatizar beneficios, socializar pérdidas”.