Reforzar las perspectivas antidesarrollistas para evitar el conspiracionismo

Las teorías de la conspiración están cogiendo fuerza. No de una forma anecdótica ni reducible a determinados círculos sociales, sino a un nivel social más amplio por medio de la actualidad mediática. Los medios de comunicación oficiales recogen este acontecimiento y afianzan así su discurso oficial a través del descrédito. Radio, televisíon, redes “sociales”, e incluso las calles son testigos de ello.

Una pandemia global de tal calibre es el contexto ideal para que los discursos dominantes y los conspiratorios, entren en una aparente disputa mediática, reforzándose a sí mismos. Pero una diferencia concreta que protagoniza el presente es que las teorías de la conspiraciòn sobre el covid 19 están encontrando un gran punto de convergencia con los discursos de la extrema derecha. La militancia fascista se está encargando de instrumentalizar todo un descontento poblacional basado en la búsqueda de certezas absolutas, fáciles e inmediatas en un coctel de consumo desenfrenado de videos de youtube y artículos en redes “sociales”.

En este contexto no es dificil entender por qué estas teorías tienen tantos seguidores que no necesariamente se corresponden con una simpatía por la extrema derecha. El aumento de la incertidumbre social puede tener distintas vías de escape y/o afrontamiento. Puede ser con la obediencia acrítica a las normativas oficiales (sanitarias-legales-sociales), con la convicción política en los movimientos de lucha contra el capitalismo y sus nocividades intrínsecas, o con el abrazo de teorías que necesitan desvelar planes ocultos y negar evidencias. Artificiales categorías las tres, que nos sirven para hacernos un esquema pero que no conviven en las personas de forma aislada e incompatible entre sí.

Nuestra teoría es que la tercera categoría contribuye a reforzar la primera a través de deslegitimar la crítica de la segunda. Esta situación es más dañina de lo que a simple vista parece para los espacios autónomos y de crítica social al orden capitalista. Su papel no es tanto desmontar los discursos dominantes y hegemónicos de los organismos internacionales, sino todo lo contrario. No quiere decir por ello que las personas que sustentan teorías como estas tengan esa intención.

Anteriormente al Covid-19, el peligro desmovilizador de las conspiraciones ya se daba en las luchas sociales. Muchos movimientos podrán hablar de esto. Las luchas contra la fractura hidraúlica en Reino Unido podrían ser un ejemplo.

Lo mismo se puede percibir en la actualidad en el entorno anarquista, donde existe una tendencia actual a aceptar ciertos postulados de las conspiraciones surgidas a raíz del coronavirus. Pensamos que no es dificil agarrarse a estos clavos ardiendo en la situación de shock en la que nos encontramos, y creemos que el hecho de hacerlo es para analizar y entender.

La primera de las razones puede ser la necesidad de blanco/negro todo/nada que tenemos en nuestra socialización occidentalizadora. Los matices quedan relegados a un segundo plano cuando no son posibles en los debates. Un aspecto que entronca directamente con la crítica al izquierdismo y la necesidad identitaria del espacio anarquista de desvincularse de la izquierda. Cuando un gobierno de “izquierdas” -ni siquiera se puede hablar con criterio cuando se afirma esto – se encarga de gestionar una pandemia en el estado español, lo que ocurre es que las movilizaciones de protesta son minoritarias por parte de la gente acostumbrada a salir a la calle e involucrarse en los movimientos sociales. El protagonismo de la derecha y su actividad callejera y movilizadora aumenta, ya que su principal objetivo es que Psoe-Podemos deje de gobernar la nación. La necesidad libertaria de no dar cancha a la izquierda autoritaria, con su inherente apología de la cobertura institucional de nuestras vidas, genera una reacción fuerte ante toda medida que sea impulsada por el gobierno y que pueda ser tolerada o incluso imitada por compañerxs con enfoques basados, por ejemplo, en prevenir el contagio del virus (reforzar la higiene, cuidar la distancia puntual de los cuerpos en determinados casos, e incluso aceptar un cierto confinamiento voluntario como forma de autodefensa colectiva ante los efectos del virus). En estos aspectos que invaden nuestra cotidianeidad es donde las críticas al izquierdismo o las críticas a la extrema derecha, pueden hacer perder los matices de una crítica antiautoritaria y polarizar sus distintas tendencias.

Otra posible razón puede ser la poca profundización y el escaso debate que existe dentro del espacio libertario que desarrolla una crítica al progreso y sus consecuencias, al desarrollo tecnológico y a la cosmovisión cientificista. Por supuesto, existe mucha profundización a nivel teórico, pero con poco calado materializable en las dinámicas cotidianas de grupos y colectivos. Si parece que el antidesarrollismo a nivel teórico ya pasó de moda en el ámbito libertario ibérico, no se puede decir lo mismo, afortunadamente, de las luchas por la defensa de la tierra, que a nuestro parecer son el terreno práctico dónde es posible materializar estos enfoques. Sin embargo, en la actualidad, a nivel mediático/social e incluso dentro de los movimientos sociales, llevar planteamientos anti-industriales y ponerlos sobre la mesa pueden ser facilmente percibidos como posicionamientos “magufos” o simplemente, no tener apenas interés. Posiblemente el mismo adjetivo utilizado para ridiculizar las posturas conspirativas. Lo que queremos decir con esto no es que las perspectivas antidesarrollistas no sean necesarias por ello, sino que precisamente resultan vitales, pero a nivel social son metidas en el mismo cajón de sastre que cualquier conspiración internauta de turno. ¿Será que cuánto menos calado tiene la crítica social al progreso, más fácil es que quienes la sustenten caigan en respuestas fáciles del complot? ¿Será que cuanto más caemos en estos análisis conspirativos, menos posibilidades de extender la critica al progreso tenemos?

La tercera razón es simple y llanamente que a lo mejor la gente de los movimientos sociales (por hablar de un entorno más amplio que el libertario) no somos tan especiales como nuestras identidades grupales e individuales tienden a contruirse. No somos tan diferentes del resto de iguales y es por ello que, como todas las personas, somos susceptibles de caer en explicar la realidad y nuestra inquietud crítica con el orden social basándonos en trampas ¿Qué son las conspiraciones sino? Al fin y al cabo, ¿Cuántas horas pasamos rastreando información en este vacío infinito de datos que es internet?

No es lo mismo creer que la tierra es plana que defender el hecho de que las torres gemelas fueron dinamitadas. No es lo mismo creer en los reptilianos que negar las formas de transmisión de ciertos virus como el VIH o el Covid 19. Los antivacunas no existen como ente homogéneo. Existen posturas y argumentos muy diversos dentro de las madres y padres que se niegan a que sus criaturas se vacunen. La paranoia persecutoria que genera estar en tensión e involucradxs en acciones de disidencia contra el sistema debería hacernos entender que todxs tenemos una tendencia ideológica a caer en respuestas fáciles a nuestras preguntas. Toda teoría conspirativa debería ser revisada desde la crítica social radical para descartarla o no, ya que una herramienta de dominación es catalogar toda disidencia de delirante o conspirativa para deslegitimarla. La historia nos dice que así se ha construído el orden social de nuestros días. Por eso, a la hora de desarrollar una crítica a las conspiraciones sería interesante no caer en la ridiculización tertuliana que día a día escuchamos, vemos y leemos en los mass Media.

Las teorías conspirativas invisibilizan lo realmente importante. Cumplen una función muy oportuna para apuntarlar el sistema. Un ejemplo es la crítica al 5 G. Un asunto trascendental en la actualidad. Tanto conspiracionistas como anarquistas actualmente están atacando sus infraestructuras. Sin embargo, es fácil que cualquier conversación con personas ajenas a la critica social acabe antes en el vínculo del 5g con el covid 19 y en su control omnipotente, que en sus implicaciones realmente serias y preocupantes. Esto es, ser puente del internet de las cosas, que junto a la inteligencia artificial y el Big Data, refuerzan y aceleran una sociedad opuesta a la libertad, la horizontalidad y el apoyo mutuo.

Algunas cosas que decir al respecto pasan por afirmar que, frente a lo que aparentan nuestros medios de contrainformación muchas veces, sabemos pocas cosas sobre lo que está pasando. Una sola certeza; no toda la informaciòn está a nuestro alcance. Es una característica básica de un sistema de dominación.

Otra cuestión relevante sería la importancia que tenemos que dar a las fuentes de contrainformación. Si muchas veces nos manejamos por la confianza, la afinidad, la amistad, el compromiso político, o la imitación, lo que nos aporta muchas cosas positivas por un lado, también puede ser contraproducente por otro si no estamos atentxs a las fuentes en las que nos basamos. No por un afán periodístico, sino porque la censura de nuestro tiempo es la saturación de información y no podemos permitirnos el hecho de beber de fuentes que reproducen explícita e intencionalmente valores opuestos a los mundos por los que luchamos, como la propaganda fascista.

La última es que tenemos que dar cabida a los grises y romper la dicotomía del sistema de dominacion. Quienes hoy en día no se niegan a llevar mascarillas no tienen por qué ser demócratas ciudadanos orgullosos de serlo. Quienes se niegan no tienen por qué ser derechistas. Quienes rechazan las vacunas tampoco. Quienes no salen de casa no son necesariamente obedientes ciudadanos sino militantes anticapitalistas. Quienes critican el cientificismo no tienen por qué abrazar las teorías negacionistas de los virus en la era moderna, ni rechazar el método científico como una fuente de saber válida. Y sobre todo, a nadie se le cae la piel por intercambiar posiciones y dudas sin la arrogancia  en la que se ve envuelto el entorno radical. Se puede hacer sin renunciar por ello a las convicciones.

En definitiva, si queremos que las perspectivas antidesarrollistas y la critica al progreso tenga calado en las luchas que vienen, debemos esforzarnos por no alimentar ninguna de las dos caras de la misma moneda; La oficialidad y su reverso, el conspiracionismo.