El ocaso de los odios, el teatro anarquista desde Santander

EL OCASO DE LOS ODIOS

EL TEATRO ANARQUISTA DESDE SANTANDER

¿Habráse visto mundo como éste? Para unos todas las comodidades, para otros todas las fatigas, todos los dolores. En esta misma casa ocurre: abajo, en los pisos de los ricos, ¡la dicha, la alegría! Aquí en las guardillas, el hambre y la miseria. Así que, !Claro! Los que todo lo tienen siempre están rezando a Dios; y Dios, si es que le hay, no puede oir a los pobres porque los ricos le dejan sordo con tanto rezar

Carlota Escena V “El Ocaso de los odios”

El día 13 Septiembre de 1903 se estrenaba en el teatro principal de Santander el drama en tres actos y en prosa que corresponde a la obra “El ocaso de los odios” de Emilio Carral. Durante la Guerra Civil esta obra se representó habitualmente en el Teatro Pereda de Santander, rebautizado por entonces como Teatro del Pueblo.

Como nos cuenta Raúl de Santiago López en el blog “Adelante”, Emilio Carral Arce (Santander, 1869-1926) fue un escritor cántabro de ideología anarquista. Relojero de profesión, se convirtió en una figura clave en el movimiento obrero cántabro de principios de siglo, destacando también por su actividad literaria y por su participación en numerosas iniciativas de gran importancia para la ciudad de Santander, como la fundación del Ateneo Popular o de los bomberos voluntarios. Ese mismo año del estreno del “ocaso de los odios”, Emilio contribuyó al establecimiento del Centro de Enseñanza Integral y Laica de Santander, un proyecto educativo racionalista y laico dirigido por socialistas y anarquistas, y que destacaba por su anticlericalismo y por la implantación de la educación mixta, siguiendo en gran medida la estela del proyecto educativo de Ferrer Guardia, la Escuela Moderna. Este tipo de actuaciones contribuyeron a convertirlo en la figura más relevante y reconocible del movimiento anarquista de la ciudad.

El teatro fue otro de los medios elegidos por las anarquistas para difundir sus ideas y su praxis. El autor de “Antología del teatro anarquista” Juan Pablo Calero, nos cuenta en esta publicación de la editorial malatesta el proceso de fragua del teatro en el movimiento libertario del estado español de 1882 a 1931. Heredero del teatro de agitación política decimonónico, se inscribía dentro del teatro social, pero mostraba rasgos distintivos, reflejo de las peculiaridades del ideario ácrata en dicho contexto histórico y geográfico.

El ocaso de los odios es una de las obras que componen dicha antología. Una obra la de Emilio que no tardó en ser cuestionada por compañeros del movimiento anarquista debido a las diferencias en torno a los conceptos de violencia revolucionaria, justicia o venganza. Cuestiones que más de un siglo después, siguen siendo discutidas en el mundo libertario y, en general, en todos los movimientos que cuestionan el capital, así como dentro de sus espacios políticos. Cuestiones que el poder sigue usando como estrategia mediática de división entre rebeldes y explotadas.

En el libro de Gerard Brey “Lucha de clases en las tablas. - El teatro de la huelga en España entre 1870 y 1923” encontramos un ejemplo de estas discrepancias con obras como la de Emilio Carral, que no fue la única en presentar un trasfondo y una moraleja de carácter pacifista, cuyo foco se centraba en la violencia ejercida por los burgueses y en la capacidad de perdonar a los opresores por parte de las fuerzas del pueblo. En este libro podemos leer que Luis Bonafoux escribió una carta desde París al Heraldo de Madrid el 4 de Enero de 1905 para lanzar una critica a la obra. Os dejamos aquí sólo con un párrafo para que os hagáis una idea, os pique la curiosidad y no nos extendamos demasiado;

Carral puede ser discípulo de Tolstoi. No es, ciertamente, discípulo de Angiolillo (el anarquista italiano que asesinó a Cánovas del Castillo en 1897). Los que están en el secreto saben muy bien que los anarquistas no se hallan resueltos a perdonar a los Teódulos.”

Como os podréis imaginar, Teódulos es el personaje que encarna al explotador sin escrúpulos, causante de una serie de violencias contra los protagonistas; Ventura, Carlota y Lubok. Ventura, el personaje principal, es quien encarna ese espíritu tolstoiano que también se verá reflejado en la novela “Tenkia” de Emilio Carral, otra de sus obras. Añadimos a la crítica de la obra, a sabiendas de la facilidad que tiene hacerlo a posteriori desde nuestro presente, los marcados roles de género y el carácter patriarcal del ámbito doméstico en el que se dan las conversaciones entre los protagonistas.

Cabe hacer mención de una similitud entre la vida real de Carral y la de Ventura. El personaje de la obra es director del periódico “Vida Obrera” cuyo éxito entre los obreros es el causante de la ofensiva de los patronos y explotadores que le echan de la fábrica. Hemos de recordar que Emilio Carral fue quiosquero y uno de los impulsores del semanario “Adelante” en 1902, llevado a cabo por el núcleo anarquista santanderino de la época.

Como dice Brey, “El Ocaso de los odios” era capaz de alimentar el rencor hacia los patronos que no toleraban la organización ni la prensa obrera, y de suscitar el debate entre compañeros asistentes a la función a cerca de los medios a emplear para acortar el camino hacia su emancipación. Pero no sería muy certero explicar la poca relevancia del “ocaso de los odios” en el movimiento libertario de entonces, con las diferencias respecto al uso de la violencia desde abajo. Lo que se sabe es que dicha obra se presentó en Santander, en Torrelavega, en Cabarceno y en Astillero. Además llegó a Vallecas, a Gijón, a Vizcaya, a París e incluso a Brasil. Las obras en general, unas más y otras menos, corrían como la pólvora entre espacios culturales y actos solidarios.

El teatro anarquista tuvo una gran influencia dentro del teatro social y político a principios de siglo en el estado español. Pero este auge de actividad social, cultura popular y educación desde la base tuvo, como podemos imaginar, su gran desaparición tras el triunfo nacional y la dictadura franquista. La difusión de los textos que daban origen a las historias teatrales se movían por círculos alternativos y ajenos a la industria editorial. Si a esto le sumamos la censura franquista de las bibliotecas públicas o privadas desde la guerra civil, es comprensible la cantidad de información extraviada. En algunos casos dificilmente recuperable. En otros, imposible.

Para reconstruir este hilo de memoria de la dramaturgia libertaria en nuestro contexto local, ¿Quién nos iba a decir que tenemos algo por dónde empezar?

En los movimientos sociales actuales de Cantabria podemos encontrar expresiones de teatro social cuya crítica aparece tras la apertura del telón. Sin ir más lejos, La Agrupación Escénica Unos Cuantos nacida en 2012, cuyo nombre tiene estrecha vinculación con la censura franquista de la cultura, está formada por una treintena de personas de diversas edades y profesiones que hacen teatro amateur. El grupo reivindica el papel de compromiso social de las piezas teatrales que llevan a escena.

Además, algunos espacios autogestionados de Cantabria han dado especial importancia a este medio de transformación social, como es La Musa Azul en Santander o la Asociación Cultural Octubre en Torrelavega.

En los últimos años algunas visitas con actuaciones teatrales de carácter libertario han pasado por nuestra tierra. Las actuaciones de la compañía de títeres desde Abajo con “La Bruja y Don Cristóbal”, “Paral-lel55" (sobre la huelga de la canadiense) o "ni pío", en Santander, Torrelavega y  Corrales de Buelna, o la visita de Ana Plaza en 2016 para presentar el monólogo “La esclusa” que organizó la extinta red de apoyo para lxs detenidxs en la Operación Pandora, son algunas reminiscencias del pasado más cercano que nos alientan a agitar a quienes leéis para hacer de la práctica libertaria tan rica y diversa como sea posible. No vamos a equiparar nuestros tiempos con los años de Emilio Carral o Luis Bonafoux. La correlación de fuerzas era inmensamente distinta y el movimiento libertario era un peligro para el status quo. Sin embargo, desde nuestro humilde contexto, conocer las prácticas que se llevaron a cabo en las calles que pisamos cotidianamente es un aliciente para tomar el relevo.

Actuación; La esclusa. Actriz; Ana Plaza

Representación de la obra "Cristobitas" Títeres desde abajo

 

¡Que comience la función!