Un no

A veces me violan:
e increíble pero cierto, lo peor no es que me violen, ni cómo, por qué o cuántos me violen.
Lo peor es que esas veces que me violan, yo me sienta cómplice de mi violación.*
Ser parte de esta violencia contra mí misma es horrible, porque por encima del dolor de que otra persona invada mi intimidad, yo me siento una inútil, traidora de mí misma, incongruente, incapaz de defenderme. Después de cada una de estas ocasiones me siento vacía. Fatal. Como muerta por dentro.
La violencia que se ejerce contra mí en estas situaciones es muy sutil y difícil de ver, a mi me costó años entender por qué a veces me tiraban los trastos y después yo me sentía tan mal.
Cuando me di cuenta de que me estaba dejando violar pensé que acabaría con ello para siempre. Pensé que jamás lo volvería a permitir; no se iba a repetir que no me apeteciese follar y terminase haciéndolo.
Pero me pasa a menudo.
Yo pienso: "vaya, qué pena, esta persona quiere sexo y a mí no me apetece". Y ahí, esa pena no es por mí, es por la otra persona que quiere algo y no va a poder tenerlo.
En ese momento no lo verbalizo, pero lo siento.
Y de pronto, como (aún) no me he sentido en la necesidad de verbalizar que no estoy cachonda (igual era mi cuerpo el que estaba comunicando lo que quiero, o lo que no quiero), sin darme cuenta se ha avanzado un paso. Y esa persona me/se está magreando.
A esas alturas del proceso, todavía no me resulta demasiado desagradable, no me sorprendo de haber llegado hasta ahí. Conozco al otro, se está sintiendo a gusto y está tirando para adelante, a ver si yo siento lo mismo, no le freno en sus metidas de ficha y acabamos dándonos el lote.
Le miro a los ojos y está tan cachondo, y me pone unos ojitos, que siento sin querer que me podría no importar darle placer. Desde luego no quiero ser yo la que lo deje así. ¿Cómo he acabado desnuda?
Entonces empiezo a sospechar que ya es tarde, que se me ha vuelto a ir de las manos, que yo no quería y poquito a poquito se han ido abriendo unas puertas que yo no he impedido que nadie abriese.
O sea, que en el mejor de los casos AHÍ ya me siento tan mal, tan tonta por haberme dejado manipular, que me cabreo o grito basta. Así, en una actitud que un idiota calificaría de superhistérica, fuera de contexto e hipersensible, me cabreo con el otro por haber ido convenciéndome de avanzar en esta relación sexual que yo en ningún momento he dicho que quisiera.
Pero es raro que consiga detenerlo ahí, y eso que ahora ya soy mayor y estoy en ese continuo trabajo de aprender y desaprender. Pero me he pasado toda mi vida sexual siendo violada y violándome. Desde que me enseñaron a decir 150 veces "no" antes de acabar diciendo "sí, venga, pesado, nos liamos".
Ahora ya sólo quiero tener el/los sexos que de verdad quiera tener.
Será menos a menudo. Sólo esas veces que todo fluya para todas las partes implicadas, esas veces que de tan cachonda que estoy apenas piense; que mi coño y el tuyo, o tu polla y mi piel manden. Resulta que no sólo no es no, que también "bueno venga" puede ser no, que también mi cuerpo quieto puede ser no, que también cuando no soy yo quien abre las puertas o desabrocha los botones puede ser no.
Vamos, que vas a tener que aprender a preguntar. Porque algunas queremos dejar de estar hartas.

*Queremos utilizar mucho esta palabra tan dura, "violación", porque en la vida de una mujer, es muy habitual, que "alguien tenga acceso carnal con nosotras en contra de nuestra voluntad y nuestro deseo". A lo largo de nuestra vida sexual, las personas que hemos colaborado en escribir este texto hemos sufrido y superado miles de violaciones, en nuestras parejas y fuera de ellas. La violación está en todas partes, educándonos, no sólo en los callejones oscuros vestida de negro. ¿Todavía te sorprende que "en los hombres el deseo sexual sea más espontáneo"?