Las mujeres que observan aves: Lechuzas pajareras

Las mujeres que observan aves: Lechuzas pajareras
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Sin duda la observación de aves vive un momento de esplendor. Cada vez más gente pasa fines de semana, tardes disfrutando de la naturaleza y en búsqueda de aves. Pero también en parques o riberas urbanas. La llegada de los vencejos esta primavera fue un verdadero acontecimiento, por ejemplo.

El llamado birdwatching no es una afición nueva. Sin embargo, la presencia de las mujeres, hasta ahora, ha estado en segundo plano. Múltiples factores como el tiempo disponible para el ocio o las posibilidades para estar “solas” en el campo (ya se sabe, dos mujeres juntas siguen estando solas) han causado una menor presencia, que no ausencia total. Sin embargo, una de las consecuencias del confinamiento que vivimos a principios de 2020 es que hemos empezado a mirar más al cielo, arbustos, ríos y caminos en búsqueda de aves, guiadas por sonidos y movimientos, y más mujeres han empezado a hablar de ello. O nos estamos dando cuenta.

Lechuzas pajareras se adelantó al auge: es un grupo de mujeres aficionadas a la ornitología que han decidido juntarse, ya que muchas veces el ambiente masculino imperante es un tanto hostil. Falta de reconocimiento y paternalismo son algunas de las situaciones más habituales que nos describe Uca Díaz, portavoz de la organización.

Varios fueron los denotantes de su origen, pero todos tenían en común la falta de visibilidad en un mundo masculinizado.

Esta falta de reconocimiento a las compañeras llevó a doce mujeres ornitólogas, expertas en el campo y muchos años de experiencia a la creación de Lechuzas Pajareras. Su primera cita fue en Fuerteventura en 2019 y la segunda convocatoria fue cancelada por la pandemia.

Díaz acusa fuertemente la falta de credibilidad que sufren: “En muchos casos dudan de tus avistamientos. Parece que tenemos que llamar a un señor para que certifique”. La ornitóloga, con años de experiencia a sus espaldas, relata cómo en alguna ocasión, la plataforma eBird  (conocida aplicación en la que los usuarios suben a la red listas de especies que han avistado en un punto o recorrido), se ha puesto en contacto con ella, o con compañeras, dudando de si la especie anotada había sido realmente vista. Un hombre las acompañaba y al realizar su listado no recibió esa llamada.

“La situación también ha mejorado en los últimos años. Cuando coincides con otros hombres en el campo suelen ser más prudentes pero, de alguna manera, dan por supuesto que sabes menos que ellos. La mayoría son incapaces de no dar la chapa”, cuenta Díaz sobre las interacciones cuando sale a ver aves. Ella, como sus compañeras, cuentan con una larga trayectoria en este mundo pero no es reconocido su conocimiento.

Las Lechuzas no solo buscan ser un refugio para ellas, y las que se quieran unir, si no también exponer el trabajo de las mujeres pajareras, dar visibilidad y mostrar lo que hacen, y han hecho, las mujeres que se dedican al estudio de las aves y en la conservación y divulgación de la naturaleza.

El germen de la protección de las aves

Díaz subraya que los orígenes de la protección de las aves fueron femeninos. En el siglo XIX nacieron las primeras asociaciones conservacionistas en Estados Unidos. Era habitual la matanza de aves con el objetivo de utilizar las plumas para decorar sombreros y fueron mujeres las que se aliaron para poner fin al sinsentido. Así nació la conocida Asociación Audubon. Además, la primera ley de protección de las aves, en concreto las rapaces, fue firmada por Leonor de Arborea en Cerdeña en el siglo XIV. En su honor se bautizó al halcón de Eleonora (Falco eleonorae).

Actualmente, mujeres que forman de las Lechuzas trabajan en investigaciones relacionadas con la ornitología, como estudios de vencejos en ciudades como Segovia o en Granada o el control de aves, como gaviota patiamarilla o cotorras. Quieren dar voz a dichos estudios y a las investigadoras que los realizan.

A pesar del parón que supuso el confinamiento, las Lechuzas retoman su actividad. Además de su presencia en festivales de aves, su próximo encuentro tendrá lugar en septiembre. Pero sobre todo, destaca Díaz, además de juntarse, una de sus grandes motivaciones en sus convocatorias es la visibilidad como herramienta para la inspiración de otras mujeres, que sirva de invitación a otras mujeres que contemplen la ornitología como afición o pasión.

Ornitólogas y feministas

El apogeo de las asociaciones de mujeres ornitólogas, aficionadas y expertas, se nota en todas partes. En el estado encontramos otros ejemplos como las Cuervas de Aragón, que combinan la pasión por las aves con el compromiso de denuncia, tanto contra desbroces en riberas como el cuestionamiento de la expansión de parques eólicos y fotovoltaicos en Aragón. Es conocido el Feminist Bird Club, nacido en Chicago, cuyo objetivo es hacer que la observación de aves sea y el aire libre sean inclusivos y afirmativos para las personas que pueden no tener un acceso seguro a ellos, y aprovechar la pasión de las personas por el medio ambiente y la justicia social para ayudar a crear un cambio social duradero. En Chile encontramos la Colectiva Feminista Mujeres Pajareras, nacida con la idea de volar en bandada, convocan salidas en pajareras en múltiples ciudades y potenciar el conocimiento entre las mujeres.

La observación de aves toma fuerza como afición pero también como herramienta para la conservación de las especies y los ecosistemas, y sensibilización frente a los escenarios de cambio climático presente y futuros. Por ello, la presencia y reconocimiento de las mujeres son imprescindibles.