Lo Personal es Mío

¿En qué momento mi individualidad, mis decisiones, se tornan algo político? No político relacionado directamente al gobierno sino político como algo social, público, hasta de bien común.

El término política hace referencia a ciudad (polis, “La Politeia” como lo llamaban los griegos) y proviene de la expresión “politiké tekne” que sería algo como producción social o el “arte” de vivir en sociedad (tekné, técnica, tecnología, producción – la técnica puede ser un recurso característico del arte pero no un arte en el sentido de poiesis, sino ligado a la destreza o habilidad como algo mecánico sin un sentido –podría decirse- poético). 

Como ser anárquico deseoso de expandirme y potenciarme con otros seres  en una vida poética sin mecanismos autoritarios veo en la sociedad, en lo social y ciudadano un enemigo a destruir. La sociedad sea cual sea siempre representará un límite. Muy por encima, cuando un conjunto de personas se relacionan en determinados acuerdos para vivir en sociedad inmediatamente subordinan su individualidad a ese espectro social colocándolo por encima, y claro, nada está por encima de mí[1]; al generarse esa dependencia entre el individuo y la sociedad nace una especie de deuda que se manifestará en roles sociales, y por más minimo que sea el acuerdo, por más insignificante que parezca ese rol social, la deuda existirá y la deuda es obligación. Ni siquiera una sociedad anarquista está exenta a esto, por ejemplo en “La Conquista del Pan” de Kropotkin el ocio (tiempo libre) se gana a cambio de la contribución a la producción general (trabajo: obligación: tiempo no libre).  Esto se agudiza más con las asambleas, comunas, federaciones, etc, donde la individualidad queda también sujeta a una organización, al gobierno de muchos, a otro tipo de jerarquía y autoridad.

Se ha escrito mucho acerca de cómo se organizaría la sociedad anarquista en su máxima expresión del orden, pero quien quiera organizar mi forma de vivir nada tiene que ver conmigo, no es mi compañero.

Nada quiero saber con las jerarquías o a la autoridad. Nada quiero saber con la sociedad, su tekné evolutivo y su progreso de caza/recolección – sedentarismo – civilización. Nada si soy de la anarkhia poiesis.

Y así respondo a mi pregunta: en el momento que se acepta el orden social impuesto sin tomar una posición de enemistad destructiva sino de simple transformador-reformador, lo personal se tornó político.

Me niego rotundamente a ser partícipe del espectro social, público, ciudadano y sus miserias que es la sociedad. Me niego a perder lo que tengo: mi individualidad.

Lo mío, es mío y de nadie más.

Ni gracias. De vos, sujeto político, no quiero saber nada.

[1]           Max Stirner, “El Único y su Propiedad”.