La importancia de la amistad

En la actualidad la amistad es un valor que prácticamente se ha perdido por completo. Una prueba de esto es que la OMS declaró en 2017 que la soledad se ha convertido en una epidemia mundial junto a otras enfermedades no transmisibles. La ausencia de espacios de socialización para el individuo, donde pueda relacionarse, junto a la degradación moral llevada a cabo por las principales instituciones del sistema de dominación, sin olvidar tampoco las cada vez más lúgubres condiciones de existencia del individuo, han contribuido a generar una sociedad atomizada, compuesta principalmente por individuos aislados y solitarios, carentes de relaciones. Pero juntamente con esto no hay que olvidar que la amistad ha perdido importancia. No es casualidad que, por ejemplo, la reflexión filosófica actual ya no gire en torno a la amistad, tal y como ocurría en el pasado, sino que esta ha sido sustituida por controversias relacionadas con el conocimiento, el placer, la acción, etc. Sin embargo, lo que es todavía mucho peor es que como consecuencia de ese olvido de la amistad las personas corrientes de la sociedad ya no saben en qué consiste esta. Resulta relativamente frecuente que el término amigo o amiga sea utilizado de una forma frívola, sobre todo en la medida en que es empleado para designar lo que en la práctica no pasan de ser meros conocidos.

El entorno social y cultural imperante no es, desde luego, el más favorable para entablar verdaderas amistades, pero lo que a día de hoy resulta realmente problemático es que la amistad, como valor, se haya perdido y que como consecuencia de esto tampoco se sepa muy bien en qué consiste. No menos importante es resaltar que ya Tocqueville señaló en su libro La democracia en América que a ningún gobierno le interesa que sus ciudadanos se lleven bien entre ellos, sino que por el contrario prefiere que reine la enemistad pues de esta manera es más fácil dominarlos sin que ofrezcan resistencia ni constituyan amenaza alguna. Una sociedad unida, donde exista un vínculo social y en la que las relaciones sean amistosas, es una amenaza para cualquier forma de poder.

Ciertamente no se trata de hacer una definición de la amistad, sino a lo sumo de hacer algunas aclaraciones sobre su importancia y el valor que representa, sin que por ello dejen de hacerse ciertas aportaciones que ayuden a clarificar su auténtico significado más allá de las convenciones superfluas que hoy imperan.

Así, para empezar, cabe decir que uno de los rasgos diferenciales del ser humano es su carácter social, lo que le lleva a vivir en comunidad y a mantener relaciones con los demás. El ser humano no puede vivir aislado, al margen de toda sociedad, si no es a expensas de llevar una vida solitaria o incluso de perder su propia humanidad. La amistad forma parte de las múltiples relaciones que el ser humano mantiene con sus semejantes, pero no es como las demás relaciones al tratarse de un tipo de relación especial. Puede decirse que la amistad es algo que se corresponde con la propia forma de ser de los humanos, con la particularidad de que su fundamento último es la bondad. En este sentido es muy cierta la afirmación de que no hay amistades entre los malos, ni que tampoco los malos pueden tener amigos. Por el contrario, la amistad tiene como base la virtud, de manera que tener un amigo es deseable por sí mismo.

Si el fundamento de la amistad es la virtud en la medida en que esta sólo es posible entre quienes son buenos, se deduce que la amistad misma se da sobre la base de la existencia de una afinidad entre las personas, lo que hace posible que esta consista en una comunión en los asuntos de la vida. Por tanto, en el amigo nos vemos a nosotros mismos, lo que hace que cuando estamos ante un amigo nos comportemos como lo hacemos ante nosotros mismos. Así pues, la amistad constituye un vínculo social basado en la afinidad y en la bienquerencia, en la que no hay fingimiento al no ser el resultado de la conveniencia del interés. El hecho de que su origen se encuentre en la voluntad humana hace que sea el vínculo más fuerte de todos los que existen. Esto se debe a que, como se ha dicho, la amistad es inseparable del cariño, pues si este último desaparece también lo hace la amistad. Mientras que las relaciones de parentesco pueden existir perfectamente sin que exista afecto alguno.

Pero lo anterior sólo nos muestra a grandes rasgos en qué consiste la amistad. Sin embargo, es igual de necesario destacar por qué la amistad es importante. Sobre esto es interesante señalar la gran importancia que la amistad tenía para los antiguos. Tal es así que el propio Cicerón, en su célebre obra De la amistad, llegó a afirmar que no hay cosa humana más importante que la amistad, pues consideraba que esta es conforme a la naturaleza en tanto en cuanto el ser humano no puede vivir sin amigos. Esto es muy cierto no sólo porque es buena en sí misma, sino porque precisamente de esa misma bondad que le es inherente se derivan una multitud de ventajas. En este sentido destaca lo agradable que resulta tener con quien hablar como con uno mismo, con total franqueza y libertad. Pero además de esto la amistad brinda la satisfacción de compartir los propios éxitos con quien se goza en ellos como uno mismo lo hace, lo que sería muy distinto si uno tuviera que hacerlo en solitario. A lo anterior hay que añadir que la amistad también hace más llevaderos los infortunios, y en ella uno encuentra auxilio. De este modo los amigos auténticos se muestran en las situaciones inseguras y difíciles en las que uno necesita de estos. Pero más importante aún es que la amistad significa estar dispuesto a hacer por el amigo aquello que uno no haría siquiera por sí mismo, con la única condición de que no se trate de una acción deshonesta.

Aún más importante que todo lo anterior es que la amistad destaca por satisfacer una necesidad elemental del ser humano que no es otra que la de querer y ser querido. Nace de un impulso natural para amar que supera el cálculo de las ventajas esperadas. Esto resulta bastante evidente en la medida en que la amistad se basa en la afinidad, de la que brota la bienquerencia por la que uno quiere y al mismo tiempo es querido. Pues es relativamente fácil querer a quien se considera semejante a uno mismo, dado que quienes así se consideran se atraen mutuamente en virtud de esa afinidad, de ese cierto parentesco que existe entre ellos. A fin de cuentas esto es lo que explica que en la amistad se ame a la otra persona por ella misma, y no por interés, pues uno descubre que el amigo es un “otro yo”. Esta atracción mutua que se da en la amistad es la que explica que uno se goce de la fortuna de sus amigos como si fuera la propia, y de igual modo se duela de los males de estos como si a uno mismo le ocurrieran. La amistad crea un fuerte lazo de unidad entre las personas.

Por otra parte el ser humano no está preparado para tratar a todos los demás como extraños, sino que necesita de alguien a quien confiar su intimidad con total franqueza. En lo que a esto se refiere puede afirmarse que necesitamos de alguien en quien poder depositar nuestra confianza, y con quien contar tanto para los momentos de júbilo como para los de adversidad. Este es uno de los principales provechos de la amistad. Pero más allá de esto la amistad constituye un fin en sí mismo, pues del mismo modo que cada uno se ama a sí mismo, y no espera obtener ninguna compensación de dicho amor, lo mismo cabe decir de la amistad al ser querida en sí misma.

Desafortunadamente en la actualidad la amistad no constituye un tema importante en el terreno cultural, sobre todo si nos atenemos a las producciones culturales que predominan. Por el contrario comprobamos que existe una desvirtuación de la amistad al ser identificada con un tipo de relaciones superfluas y en muchas ocasiones desaconsejables. Forman parte del pasado las obras que abordaban como tema de reflexión la amistad, algo que, sin embargo, era de especial interés en el mundo antiguo, sobre todo entre griegos y romanos, y en diferente medida también lo fue en la época medieval. En el s. XX una de las pocas excepciones en el terreno de la cultura lo representa Jean-Pierre Melville, cuyas obras cinematográficas son en su mayor parte una exaltación de la amistad, de la verdadera amistad tal y como ha sido descrita antes.

La ausencia de la amistad en la sociedad actual se debe, en gran parte, a las condiciones de vida que impone el sistema de dominación con su atomismo social. El aislamiento, el individualismo, la falta de espacios para la socialización, la incapacidad del sujeto moderno para relacionarse con los demás, la imposición de la sociedad del odio entre iguales, son todos ellos aspectos de una misma realidad lúgubre e inhumana en la que el individuo ha visto cómo se le ha amputado su sociabilidad, y se le ha despojado de una red de relaciones sobre la que cimentar la amistad. El poder desea esta situación porque individuos aislados y solitarios son vulnerables, lo que crea unas condiciones sociales en las que los miembros de la sociedad permanecen indiferentes los unos a los otros, de tal manera que resultan fáciles de gobernar. Por todo esto es importante recuperar la amistad, tanto por ser un valor positivo en sí mismo como por formar parte de una estrategia de resistencia y de lucha contra el poder establecido. Una sociedad futura libre e igualitaria sólo es viable por medio de la amistad. Hagamos lo posible por hacer nuevas amistades y cultivar las ya existentes, pues así no sólo estaremos contribuyendo a socavar los cimientos del sistema establecido sino que estaremos construyendo los cimientos de una nueva sociedad.