La fotografía popular, de las salas de museos a formar parte de la ofensiva

La fotografía popular, de las salas de museos a formar parte de la ofensiva

Importamos códigos de comunicación que no expresan nuestra realidad social y cultural. Debemos buscar la generación o, para decirlo adecuadamente, la recuperación de mensajes locales que puedan producir lenguajes comunes, que correspondan con unidades sociales reales. Una de las formas de poner de pie lo que está de cabeza, es que los sectores populares recuperemos nuestra imagen, rostro, palabra. Pero aún más importante es que esta tarea sea realizada por nosotrxs mismxs desde la acción directa, y que esta labor sea asumida como parte importante de la lucha por nuestro derecho a formar parte activa de la realidad. Se propone entonces caminar de la mano de la consigna: ¡Toma los medios, sé los medios, haz los medios!

La fotografía no es un fin únicamente, sino muchas veces un medio. Puede ser también un extraordinario vehículo de registro de la vida aparentemente más prosaica o cotidiana. Esta facilidad de la fotografía para la combinación entre abstracción y concreción, entre cabeza y corazón, entre arte y política, la convierte en un medio muy adecuado a las tareas de organización popular hoy: generación de identidad, de un espacio de autodefinición, de diálogo y autoreconocimiento. Y al mismo tiempo arma de lucha, denuncia, herramienta de confrontación ideológica.

El fotógrafo profesional es un técnico de la imagen, un “artista”. Por otra parte, ajeno a criterios estéticos rígidos, títulos ornamentales, purismos o corrientes de dudosa procedencia (y de difícil lectura) un/una/unoa fotógrafx popular es, en cambio, una persona que sin precisar una multitud de recursos técnicos o estéticos, maneja un mensaje sobre el cual tiene muchísimo conocimiento. Para entender esto debemos reparar entonces en el hecho de que la/el fotógrafx popular está retratando su vida, está registrando algo que conoce muy bien, su contexto social, porque lo lleva consigo como lleva la piel. Este/a fotógrafx “siente” lo que está fotografiando porque es su vida lo que registra. La/el fotógrafx registra con la cámara una realidad que conoce, registro que se produce a través de un mecanismo que tiene mucho de instintivo, impulsivo, y al registrar esa realidad en un producto (la fotografía), se reconoce en ella. Busquemos, pues, que el contenido esté por encima de la técnica, ejercitando al paso ambas manifestaciones de la imagen.

Doña Silberia toma fotografías de su comunidad, en el marco de un Taller de Fotografía Social en México, mismas que servirán posteriormente para ilustrar paisajes de su pueblo en algunas clases de alfabetización. Se busca así que las imágenes sean pensadas desde el interior de la comunidad, aportando escenas y códigos de comunicación más cercanos.

La fotografía se abre también, por lo tanto, como medio de contemplación, análisis y reflexión crítica de la realidad cotidiana. Para ello, se hace necesario sacar al barrio las expresiones gráficas, para que agiten, incomoden, conmuevan. Que irrumpan así en la diarrea digital de imágenes que promueven la inacción desde la supuesta belleza de un mundo con filtros, y nos ofrezca otra posibilidad para reunirnos, colectivizar reflexiones y generar comunidad. De la foto pasemos al mensaje, al discurso, a la propuesta ideológica. Así, la fotografía, conectada a sujetxs sociales y a proyectos colectivos, deja de ser objeto de contemplación para convertirse en impulso para la acción.

Narremos a través de la imagen nuestra realidad y así luchemos por apropiarnos del poder de la imagen ante la cultura del silencio. Impedidxs de hablar, disputemos la recuperación del discurso. Desde la lente dominante, hemos sido arrinconadxs y despreciadxs, deformadxs por turistas, periodistas, sociólogos, antropólogos y comunicadores, que hablan por nosotrxs. Se propone entonces un cambio de roles, un paso a la ofensiva. Colocarse detrás de la cámara y poner nuestra mirada/perspectiva en la imagen. Derribar al capitalismo pasa también por corroer sus criterios estéticos en todos lo ámbitos de la vida así que, fuera de ellos, denunciemos, narremos, compartamos, fotografiemos nuestra realidad desde nuestro campo visual, desde nuestra vida. Que la fotografía nos lleve a las calles, al encuentro, y a la acción.