La Vijanera

La Vijanera
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Las Navidades han sido intensas en el nido del Pájaro Observador. Escondido entre el ramaje desnudo, con sus tonos apagados y su crujir al viento, el pájaro ha sido testigo de nada menos que cuatro reuniones de sus voceros. En ellas, hemos tratado de definir los programas de la segunda parte de la temporada, que este año vamos a intentar alargar hasta finales de junio, hemos hecho balance de lo conseguido hasta ahora y hemos marcado la senda para que este medio de comunicación alternativo, altavoz de los olvidados y las olvidadas y humilde empeño de denuncia social, continúe después del próximo verano. Queremos que los graznidos del Pájaro sigan resonando por toda Cantabria. Además, vamos a iniciar una colaboración para producir vídeos que vengan a complementar nuestros programas y sirvan para gritar también desde las imágenes. Por último, reforzamos nuestro compromiso con los temas políticos y sociales, pero queremos igualmente recuperar nuestra vertiente más local y costumbrista y así revelar a nuestros oyentes los secretos de la naturaleza y la cultura que nos rodean.

Con estas ideas en mente, traemos recién sacado del horno un nuevo programa sobre una de las fiestas más populares y ancestrales de Cantabria: la Vijanera de Silió. No podríamos informar a fondo sobre esta mascarada si los protagonistas, quienes integran la Asociación Cultural Amigos de la Vijanera, no se hubieran prestado con total amabilidad a realizar una entrevista en su local unas semanas antes del rito. Los micrófonos e hilos del Pájaro se desplazaron una tarde de diciembre a Silió, y tuvimos así la suerte de comprender cómo se organiza la fiesta desde dentro y qué significa la participación de pequeños, jóvenes y mayores en la preparación de los trajes, las coplas y el recorrido. Desde aquí, agradecemos a todos ellos su colaboración y les mandamos un saludo.

Quien acude a Silió el día de la Vijanera verá decenas de jóvenes, adultos y niños vestidos de diferentes personajes, entre ellos la gorilona, el ojáncanu, el amo del oso, el húngaro, diferentes personajes naturales llenos de musgo, tierra y plantas y, por supuesto, el oso y los zarramacos. Estos son quizá los personajes que más llaman la atención, pues cargan con decenas de kilos de campanos y son los encargados, con la cara tiznada de negro y el ruido, de sacar al oso de su caverna para cazarlo y así desterrar el mal y el invierno de la localidad. Pero en este artículo no queremos entrar en detalles sobre los personajes y su simbolismo. Para quien esté interesado, Quique lo explica de maravilla en la entrevista. Nosotros queremos incidir en el significado y el carácter de la Vijanera, en lo que nos transmitieron sus participantes.

Aunque los medios de comunicación han difundido la idea general de que se trata del primer carnaval del año, celebrado el primer domingo de enero, quienes viven y hacen posible este evento insisten en que la Vijanera no es un carnaval. Estamos ante una mascarada que celebra el solsticio de invierno, emparentada con las más de mil que encontramos por regiones escasamente romanizadas y habitualmente montañosas de toda Europa y que posee un origen pagano de herencia céltica o, más generalmente, indoeuropea. No es la única de Cantabria, pues existen además la de los zamarrones de Piasca, Los Carabeos y Polaciones, y los zarramasqueros de Soba. Y mismamente en Silió se conservan otros ritos estacionales más habituales en nuestro país, como las marzas o la maya.

Como rito pagano que se rebela contra la rígida moral cristiana, la Vijanera se ha enfrentado durante siglos a la oposición de la Iglesia Católica. Y no hace falta irse demasiado atrás: estuvo prohibida durante el franquismo. Siguiendo con el rastreo histórico, la primera referencia escrita a la fiesta data de 1849, un documento civil aparecido este año que constituye la prueba más antigua de celebración de una mascarada en la Península Ibérica. En 1903 y 1933 se publicaron artículos periodísticos sobre la fiesta. Después, tenemos que esperar hasta 1989 para que un grupo de amigos de pueblo, alentados por los relatos y las palabras de los mayores que recordaban aquel rito, se embarcasen en la fascinante tarea de recuperar la Vijanera.

El primer domingo del año, los vijaneros no se disfrazan, se visten. No recrean una fiesta, viven un rito marcado por el ritmo natural de las estaciones. No actúan para los visitantes, cada año más numerosos, sino que se dejan llevar sumidos en un trance para disfrutar ellos, un trance en el que la camaradería de ser pueblo y el alcohol desempeñan sin duda un papel importante. No denuncian en sus coplas definidos por un guion ajeno u oportunista, sino motivados por las preocupaciones de quienes viven en Silió. La Vijanera permite alterar el cosmos que rige la vida durante todo el año y subvertir la moral o costumbre imperante. Los papeles se intercambian, se canta y se denuncian cuestiones específicas del momento histórico y del valle. Es un rito absolutamente vigente e independiente: es el pueblo quien habla y quien vive. Y para que siga siendo así, es decisivo conocer en profundidad su significado y asegurar el relevo generacional. Es a este propósito al cual queremos contribuir humildemente con nuestro programa (disponible en iVoox y en YouTube), dando voz a aquellas personas que llevan años involucradas en que la fiesta crezca y también a los más pequeños, garantía de su pervivencia futura. ¡Viva la Vijanera!