Crónica de la respuesta antifascista a la Galerna nazi

Un año más, la organización fascista Alfonso I organizó los pasados 27 y 28 de septiembre la jornada Galerna en Cantabria. El evento prometía la actuación musical de bandas que se proclaman nazis, procedentes de diversas partes de Europa, puestos de libros y camisetas, charlas, así como la habitual manifestación por el centro de Santander.

Como otros años, la respuesta antifascista no se hizo esperar y se materializó en denuncias públicas de dichos actos, llamamientos al boicot, acciones directas y una contundente contramanifestación que tuvo lugar el 28 de septiembre por la tarde.

El asunto ha dado que hablar y a lo largo de los últimos días muchos medios de comunicación locales y nacionales han difundido noticias sobre lo acontecido. Desde el diario ultraconservador Alerta, entrevistando al líder de Alfonso I, Sinforiano Bezanilla y blanqueando su imagen de forma patética; hasta la Sexta noticias, cubriendo las dos manifestaciones, permitiendo con ello que trascendieran más allá del ámbito local; pasando por el Diario montañés y su recurrente mensaje de «los extremos se tocan», así como las habituales noticias en medios como eldiario.es, Elfaradio etc., caracterizadas por su tono (aparentemente) neutral y objetivo.

Desde Briega no podíamos faltar a la cita y estuvimos presentes en la manifestación y por ello queremos aportar nuestro propio punto de vista. Lo hacemos días después de pasada la vorágine informativa de los medios de comunicación y sus afirmaciones incorrectas a propósito de la cancelación del evento fascista, porque no nos importa tanto tener la primicia como poder hacer un análisis calmado de los acontecimientos y esto sin querer ocultar o disimular nuestro posicionamiento político: antifascista y antiautoritario. Tampoco queremos caer en el triunfalismo de algunos medios progresistas ni queremos poner medallas a determinados partidos políticos o colectivos, sino simplemente señalar lo que pasó, desde nuestro punto de vista y reconociendo la labor de las numerosas personas anónimas que hicieron posible este acto de resistencia.

Pensamos que la manifestación antifascista del 28 de septiembre de 2024 pasará a la historia y que constituye un logro importante de los movimientos sociales de Cantabria de esta década. Unas 500 personas se reunieron en la Rotonda de Puertochico sobre las 18:00h. Caras familiares y desconocidas (entre ellas las de algunos nazis espontáneos que fueron rápidamente barridos de la mani), banderas de diversos colectivos, y varias pancartas tras la cual se formaron varios bloques diferenciados, entre los que se encontraba el bloque libertario con su lema «contra el fascismo, apoyo mutuo, solidaridad y acción directa». También estaban presentes, entre otros, las asambleas feministas, Alega y una pancarta donde se leía «antifascismo queer», la asamblea antifascista de Cantabria, CNT, así como las perculuchas en la parte de atrás, que hicieron sonar sus ritmos en diversos momentos del recorrido. En la cabecera, la pancarta con el lema «LAS CALLES CONTRA EL FASCISMO» sujetada por algunas de las personas que organizaron la manifestación y la campaña de boicot al festival nazi. La marcha se dirigió hacia el centro de Santander ocupando uno de los carriles del Paseo Pereda. La determinación y los ánimos eran altos, y se corearon con fuerza lemas como «fuera fascistas de nuestros barrios», «nazis no», «Cantabria obrera, fascistas fuera», «migrantes bienvenidas, racistas fuera», «la miseria viene en Ferri y no en patera», «contra el fascismo y su violencia, resistencia y acción directa», «nazis de día, de noche policía», «aquí están las antifascistas» y «aquí están les trans y maricas», entre otros. En varios momentos de la manifestación un grupo de personas encendió bengalas, y botes de humo contribuyendo a reforzar el ambiente combativo del acto.

Cabe señalar que la policía estuvo presionando en todo momento y de malas maneras para que fuéramos más rápido y exigiendo cosas ridículas como que se apagaran las bengalas. Se ve que los cuerpos de seguridad están perdiendo la costumbre de manis combativas en Cantabria y que no sabían muy bien cómo gestionar el asunto. El colmo vino cuando, a la altura de la calle Burgos nos exigieron que nos desviáramos del recorrido previsto yendo por la calle San Luis. A lo cual se les respondió con abucheos y avanzando por la calle Burgos hacia la Plaza del Reenganche. Allí fue dónde se vivieron los momentos de más tensión. Por un lado, varios fascistas de Alfonso I y afines estaban haciéndose ver, plantados en medio de la calle Alcázar de Toledo, aunque protegidos por una veintena de policías nacionales. Tal presencia fue respondida con los lemas de la manifestación gritados muy intensamente. Pero lo que prendió la mecha fue que tres nazis decidieran pasar por medio de la manifestación como Pedro por su casa. Uno de ellos, intentó arrancar una bandera de un compañero de la CNT. Spoiler: la cosa acabó mal. No logró su cometido, llevarse la bandera como si fuera un triunfo de caza, sino que a cambio se llevó unas cuantas hostias y de regalo una reprimenda amable de la policía en forma de porrazos (probablemente no muy fuertes). Cabe felicitar la respuesta rápida y contundente por parte de algunas personas de la mani a la provocación fascista. Lógicamente este hecho generó mayor tensión aún. Otros nazis fueron a refugiarse a un bar cercano que cerró su persiana (ya sabemos a qué bar no ir nunca: Lamari Casa de comidas), y la policía sacó sus porras y se puso sus cascos para intimidar, defender a los fascistas y que no se liara la cosa. Una vez más los de azul protegiendo a los del brazo en alto.

Tras este momento caliente   se procedió a la lectura del comunicado de la manifestación (interrumpido por otro momento de tensión con la madera) y perculuchas accionó de nuevo sus rítmicos tambores. Finalmente, la gente se marchó por grupos, de forma organizada para protegerse de posibles agresiones por parte de Alfonso I, y poniendo en práctica aquello que se había coreado hacía un rato, «me cuidan mis amigas, y no la policía». Nos fuimos entonces, con los nervios todavía recorriéndonos los cuerpos, con la mirada vigilante, pero con la satisfacción de haber dado una respuesta contundente al circo fascista de Alfonso I, y fijándonos en un par de pintadas que nos provocaron una sonrisa: «fuego al nazi» y «cocinemos a los nazis al woke».

Esa misma noche los rumores corrieron acerca de la cancelación de los conciertos del Galerna. Demasiado bonito para ser verdad y parecía bastante ilógico, dado que los fascistas estaban presentes toda la tarde del viernes y del sábado en el local Séptimo Cielo. Posteriormente se han colgado imágenes en grupos de telegram y redes confirmando que los conciertos sí que se produjeron, contradiciendo las palabras del propio líder de Alfonso I que decía que se había cancelado el festival. Dicho líder no sólo ha demostrado su mentira y su falso victimismo, sino que no ha podido engañar a la opinión pública (si es que el diario Alerta consigue tal propósito). Al mismo tiempo, la sala «El séptimo cielo» ha sido señalada claramente como receptora de grupúsculos neonazis y fascistas incluso en los momentos de mayor polémica y rechazo hacia su acogida.

El 1 de octubre se hizo público que la policía local denunció al dueño de la sala por estar realizando conciertos sin tener licencia para ello, primero la noche del viernes 27 y después la noche del sábado 28, sin lograr impedir ninguno de los dos días la realización de dicha actividad ilegal. El sábado 28, día de la supuesta suspensión, también mostraron sus quejas los vecinos por las molestias que les estaban causando los asistentes al Galerna. Probablemente esta noticia haya zanjado las dudas acerca de la no cancelación real del festival. Cuestión que no elimina la evidente «rotura» que los grupos antifascistas han conseguido llevar a cabo para entorpecer, chafar y dificultar un festival de bandas e individuos relacionados con el movimiento neonazi y fascista europeo y la estela de violencia racista, supremacista y patriarcal que van dejando a su paso y que hoy encuentran tanto hueco en el panorama actual europeo. No fue el caso en Santander, y las pequeñas victorias, aunque imperfectas e incompletas, tienen que reconocerse y mostrarse, sin caer por ello en la exageración y el triunfalismo, teniendo en cuenta sus límites y carencias.

Queda aprender de este momento de autoorganización colectiva y estar pendientes de las posibles repercusiones que haya podido tener esta demostración de fuerza antifascista en la ciudad de Santander y en Cantabria. Aunque no es cierto que campemos a nuestras anchas, cuando nos organizamos sabemos conseguir objetivos contra un sistema que ampara y se nutre de estos grupúsculos para no perder sus privilegios de Europa blanca, colonial extractivista y capitalista.