El impuesto a los senos [Arundhati Bhattacharya]

Image: 
El impuesto a los senos [Arundhati Bhattacharya]

En uno de esos estados en el sur de la India, llamado Travancore, había una ley, mejor dicho, una costumbre tradicional, que no permitía a las mujeres de las castas inferiores cubrirse los senos y se les cobraba un impuesto si lo hacían. Este impuesto se llamaba literalmente ‘el impuesto a los senos’ y el precio del mismo dependía del tamaño de los pechos, es decir, a más grandes pechos, más impuesto. De hecho, tanto los hombres y las mujeres de la comunidad Nadar o Channar, junto con otras comunidades atrasadas y Dalites (intocables), no tenían el derecho a cubrirse la parte superior del cuerpo en presencia de la gente de casta alta, especialmente ante los Brahmines (la casta más alta). Mantener el torso desnudo se consideraba como un símbolo de respeto. Pero en realidad, la gente de casta alta, con el apoyo del poder real, querían establecer una diferenciación social en la que las castas pudieran ser simplemente identificadas por la ropa y que la pobreza de los Dalites nunca terminara por el peso de los impuestos, uno tras otro. Aparte del impuesto a los senos se les cobraba a los Dalites otros muchos impuestos ridículos, por ejemplo, el impuesto por tener bigote, por montar en carreta etc. Sin embargo, a las mujeres no les quedaba otra que aceptar esa injusticia hasta que un día una mujer de la comunidad Ichava (subcasta de Nadar), llamada Nangeli, se rebelara sangrientamente ante esta barbaridad a principios del siglo XIX. Ella decidió protestar al cubrirse el pecho sin pagar el impuesto a los senos. Cuando el inspector fiscal supo que rehusaba pagarlo, fue a su casa a pedirle que dejara de violar la ley. Pero ella continuó oponiéndose a pagar el impuesto y, en cambio, se cortó los senos con una hoz y los presentó en una hoja de plátano. Ella murió desangrada mientras que su desconsolado esposo se suicidó saltando en su hoguera funeraria. La pareja no tenía hijos y los parientes que había se fueron a otros pueblos para evitar las represalias.

Sin embargo, su sacrificio dio luz a una revuelta conocida como el Levantamiento de Channar, liderado por las mujeres de las comunidades Nadar e Ichava. Mientras tanto la mayor parte de dichas comunidades se convirtió al cristianismo promovido por los misioneros británicos, con el motivo principal de evitar el desgraciado sistema de castas del hinduismo. Aquí cabe mencionar que desde la antigua India los Brahmines, con el apoyo del poder real (los reyes pertenecían a la casta Kshatriya, la segunda en la jerarquía), dominaban y explotaban a otras castas haciéndoles inferiores e incluso intocables, las cuales no tenían derecho a obtener educación, comer o casarse con los superiores, ni siquiera tocarles. Ser Dalit o intocable era una desgracia. Por otra parte ser mujer era otra desgracia en la sociedad feudal y patriarcal. Así que ser mujer de la comunidad Dalit era una condición tan vulnerable que la represión hacia ellas llegaba fácilmente hasta el abuso sexual. Desafortunadamente esta desigualdad y humillación todavía no han desaparecido de nuestra sociedad.

En 1813 el Coronel John Munro del tribunal de Travancore emitió un decreto a favor de la demanda de las mujeres de Nadar, otorgándoles el permiso de cubrirse el torso igual que cualquier otra mujer de las castas altas, pero las castas superiores (Nambudiri y Nair), que dominaban también la burocracia, se negaron a permitir que la orden fuese seguida y atacaban a las mujeres (nadar cristianas) que llevaban una prenda superior. Los miembros del consejo real argumentaron que este derecho obliteraría las diferencias entre castas, lo que conduciría a la inestabilidad de la sociedad. Frente a la resistencia creciente, la orden fue modificada y sólo las mujeres cristianas de Nadar podían llevar una chaqueta (blusa) diferenciada del vestido usado por las mujeres de Nair. Las mujeres decepcionadas de Nadar e Ichava continuaron luchando por la igualdad del vestido y en 1822, casi una década después de la orden del Coronel Munro, estallaron grandes disturbios en Kalkulam, un pueblo en el sur de Travancore, cuando los Naires empezaron de nuevo a atacar a las cristianas de Nadar que llevaban una chaqueta cubriéndoles el torso. El reverendo Mead, de parte de los misioneros cristianos británicos, se acercó a los tribunales y consiguió una orden favorable, que decía que los conversos cristianos de Nadar podían beneficiarse por igual de todos los derechos disponibles para los cristianos en ese estado.

La revuelta comenzó por segunda vez en 1828 y los hindúes comenzaron a atacar no solo a las mujeres, sino a toda la comunidad Nadar que habían adoptado el cristianismo. Según el reverendo Mead, primero amenazaron a la gente que asistía a la oración cristiana, luego quemaron los colegios e iglesias, tiraron los libros a las calles y golpearon a las mujeres en la calle, quitándoles su vestido del torso. Además como otras castas inferiores de ese lugar inspiradas por esta revuelta, también empezaron a protestar contra otros impuestos y el trabajo forzado como esclavos, la gente de casta alta intentaron destruir las actividades de los misioneros y establecer aún con más rigidez las tradiciones y costumbres antiguas del hinduismo. Así que la autoridad para paliar la situación prohibió con un decreto en 1829 a las mujeres de Nadar cubrirse el pecho con el vestido igual que los de las mujeres de casta alta.

Después de 1850, tanto las mujeres Nadar cristianas como hindúes entraron en la tercera etapa de la revuelta con la aspiración de obtener la libertad del vestido. La tensión entre los misioneros cristianos y el gobierno local, el rencor de las clases inferiores contra las castas altas y los perjuicios de los hindúes privilegiados contra las clases socialmente atrasadas crecieron gravemente. Desde 1858 numerosos episodios violentos empezaron a tener lugar en los mercados y carreteras, en las que los Nadares, especialmente las mujeres, ambas cristianas e hindúes, fueron víctimas si se las veía con cualquier prenda superior y eran atacadas y humilladas en público. La revuelta se extendió casi por todas las partes del sur de Travancore: una muchedumbre hindú armada y descontrolada, en realidad, era la que dominaba allí con el objetivo de restablecer la tradición medieval contra la modernidad predicada por los misioneros.

Mientras la situación se estaba enredando así, el ‘Motín Militar’ o la rebelión de los cipayos (soldados indios) tenía lugar en varias partes de la India en 1857, siendo considerada por algunos historiadores como la primera lucha de emancipación de la India. La rebelión fue reprimida por los británicos, lo que abarcó una etapa muy importante para los colonizadores, en la que la administración de la India fue llevada bajo el control directo de la corona británica pero sin interferir en la administración interna, las costumbres, las convenciones y las prácticas de los indios. Esto hizo que la gente de casta alta ganara aun más fuerza para atacar a los cristianos y los Nadares. Los Nadares, por su parte, ejercían la oposición sistemática y organizada con un vigor y entusiasmo sin precedentes. Con el tiempo la rebelión alcanzó tal envergadura que al año siguiente el gobierno británico tuvo que intervenir y el gobierno de Travancore hizo una proclamación que otorgaba a las mujeres de Nadar la libertad de cubrir las partes superiores de sus cuerpos, pero quería mantener la restricción de que no podían imitar el modo de vestir igual que las mujeres de las castas privilegiadas. Después de seis años, en 1865, el mismo gobierno se lo permitió a las mujeres de otras castas sin privilegios, a quienes hasta entonces se les prohibía cubrir sus pechos.

Ya sabemos que una mera proclamación no puede cambiar las costumbres de siglos, especialmente en un país conservador como la India. Las mujeres de castas inferiores tuvieron que esperar muchos años para obtener la libertad total del vestido. Además en las narrativas de la historia de la Rebelión de Channar, escritas por historiadores indios y europeos, no dieron más importancia al papel de los Dalites sinó a los misioneros. En cuanto a la historia de Nangeli, que se cortó sus senos para protestar y murió, no se le ha  incluido todavía en la historia oficial del país, sinó que se queda simplemente como una leyenda local y, cada vez que se hace referncia a dicha rebelión, se ha construido y mantenido mediante los discursos de los misioneros y el lector verá en el ojo de su mente la imagen de ellos representando los papeles protagonistas. Estas narrativas demuestran nuevamente que no pueden hablar los subalternos.

Secciones: 
Territorios: 
Autoría: