Publicación: El fanzine de la mutualidad

Publicación: El fanzine de la mutualidad

Escrito en 2014 en Lyon, “El fanzine de la mutualidad” es un texto que explica un proyecto a pequeña escala de redistribución de ingresos entre un grupo personas surgido del ámbito militante de dicha ciudad francesa. Desde la Editorial Doble Vínculo nos hemos encargado de su traducción al castellano y de su publicación. Vemos en este texto una buena herramienta para que otros grupos de personas se inspiren y se animen a reproducir en sus círculos este experimento de apoyo mutuo y solidaridad.

¿Cómo surgió la mutualidad?

Según se explica en el texto, las personas que impulsaron el proyecto anteriormente ya llevaban a cabo formas de colectivización de dinero, como por ejemplo a través de cajas de resistencia. Pero sintieron la necesidad de ir un paso más allá. Conscientes de las desigualdades económicas que existían entre ellas e incómodas ante el hecho de tener que afrontar los problemas de dinero siempre a nivel individual, idearon la mutualidad. Otro motivo importante fue el deseo de crear algo tangible y concreto, en vez de quedarse estancadas, como siempre, en las cuestiones teóricas o “revolucionarias”; una puesta en práctica, en el día a día, de la ayuda mutua. Y eso con la aspiración de buscar el largo plazo, que el proyecto perdurase en el tiempo, frente a la provisionalidad o lo efímero de otras herramientas como por ejemplo las cajas de resistencia.

¿Cómo funciona la mutualidad?

Una de las cualidades de este proyecto es que su funcionamiento es relativamente sencillo. Las personas que lo integran se reúnen una vez al mes, momento en el comunican los ingresos que han conseguido desde la última reunión (salarios, prestaciones, donaciones, etc.). Cada persona aporta entonces el 5% de sus ingresos que van destinados a un bote común. Después, aquellas personas cuyos ingresos ese mes han sido menores a 100 euros, cogen dinero del bote para obtener un ingreso mínimo de 100 euros. El resto del bote se guarda para que, en caso de necesidad, cualquier persona del grupo, en cualquier momento, pueda coger la cantidad que quiera. Al término de la reunión se ha llevado una redistribución efectiva de ingresos, ya que quienes más tienen han cedido una pequeña parte a aquellas personas que menos tienen (o no tienen nada).

Puntos débiles y puntos fuertes

En el texto se insiste en que uno de los principios fundamentales para que la mutualidad funcione es la confianza. Por lo tanto, el grupo es relativamente cerrado y solo se integran en él personas cercanas o conocidas, lo cual es una de las críticas que se le puede hacer a la mutualidad. Por otro lado, esa confianza implica que las personas integrantes del grupo no juzguen a las otras ni cuestionen las necesidades de cada cual. Ahí reside la frágil separación entre caridad y solidaridad, ya que a menudo es difícil separar las cuestiones del dinero de las cuestiones morales.

Más allá de la redistribución de ingresos, el texto explica cómo la mutualidad supone también un punto de encuentro en el que tejer otras solidaridades y complicidades. Un espacio en el que poner en común los problemas que el dinero (o la falta de él) generan a nivel individual, para intentar solucionarlos o atenuarlos. Pero también es una oportunidad para cuestionar el uso que se hace del dinero, lo que lleva, consecuentemente, a hacerse preguntas sobre el consumo, el trabajo, las deudas y, en general, el sistema en el que vivimos.

Crear 10, 100, 1000 mutualidades

El texto nos cuenta que la mutualidad en Lyon es solo un ejemplo y que existen otras muchas iniciativas similares en otras ciudades. Pero una mutualidad no necesariamente tiene porque consistir en redistribuir ingresos, sino que hay otras muchas actividades y cuestiones de la vida cotidiana que se pueden compartir y colectivizar. Otro ejemplo que se recoge en el fanzine es el de la mutualidad del fraude de la ciudad de Lille: un grupo de personas que se niega a pagar los pasajes del transporte público y que afronta colectivamente las multas que eventualmente esto les puede acarrear. Pero se nos ocurren muchos ejemplos más: mutualidades de producción (huertas colectivas), mutualidades de consumo (lo que conocemos como grupos de consumo), mutualidades de vivienda, mutualidades de transporte… Y si creáramos mutualidades en cada grupo de colegas, en cada barrio, en cada pueblo, en cada centro educativo, en cada curro, ¿qué sucedería?

Podéis acceder al fanzine en formato pdf aquí