La noviolencia como forma de acción política: la acción noviolenta

Capítulo 4 de “Breve historia de la Noviolencia”, Jesús Castañar Pérez.
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Dentro del nivel sociopolítico se encuentra la perspectiva en la que la noviolencia se entiende como una forma de acción política, cuyos teóricos y prácticos pueden haber llegado a optar por ella igualmente por proceder de una filosofía noviolenta, o por considerar que es la forma más adecuada de resolver el conflicto en el que se desenvuelve su contexto o simplemente por considerarla la más efectiva, muchas veces debido tan sólo a que la gran asimetría de fuerzas hace inefectiva la lucha armada. Habría que señalar, además, que, en un conflicto, cuando uno de los actores utiliza estrategias noviolentas, al provocar un debate en torno a la legitimidad de sus reivindicaciones y, por tanto, acerca de la justicia social que se reivindica y no sobre la legitimidad o ilegitimidad de sus actos violentos, se enmarca a sí mismo dentro del enfoque de la “transformación del conflicto”.
Por el contrario, si el actor en un conflicto asimétrico decide emplear la lucha armada, tan sólo puede aspirar a una resolución del conflicto, cuando no a la mera gestión del mismo, es decir, sus reivindicaciones de justicia social serán negociadas dependiendo de la capacidad de ejercer la violencia, y su propia acción violenta será deslegitimada por las víctimas y su entorno, que lo percibirán, no sin razón, como un agente de la injusticia. Esto tiene consecuencias muy importantes, ya que implica que, meramente por el uso de una estrategia política noviolenta, se puede llegar a la posibilidad de lograr una solución que se acerque al concepto de paz positiva, es decir, a la justicia social que se reclama. Es por ello por lo que es importante el conocimiento de las formas de acción noviolentas, porque la extensión de su repertorio de acción a otros conflictos y la posible sustitución del repertorio de acción violento puede dar lugar al menos a la posibilidad de conseguir una transformación social que atienda a términos de justicia. Esta pretensión de justicia social suele estar en el inicio de movimientos armados que, por la propia dinámica de la violencia, acaban convirtiendo los medios en fines y convirtiendo en objetivo político preferente su propia continuidad como estructura de poder con capacidad de coerción.
En este trabajo queremos hacer una revisión de la noviolencia como forma de acción política, por lo que, obviamente, nos centraremos en un nivel sociopolítico. Gene Sharp definió el concepto de acción noviolenta de la siguiente manera:
“La acción noviolenta es una técnica de acción sociopolítica para aplicar poder en una situación de conflicto sin utilizar la violencia. La acción noviolenta puede emplear actos de omisión, esto es, la gente puede rechazar hacer actos que hacen normalmente o que se les exige por una ley o normativa, actos de comisión, esto es, la gente puede hacer actos que ellos no hacen normalmente, o que se les está prohibido hacer, o una combinación de los dos. Como una técnica, la acción noviolenta no es pasiva, Vemos, por tanto, que en esta definición de la acción noviolenta como una técnica de acción política se pone de manifiesto algunas de las características de la noviolencia que hemos señalado más arriba al segregar la noviolencia como forma de acción política de los niveles personal e interpersonal.
Si asumimos que noviolencia hace referencia al nivel político (y no sólo a la corriente ética del nivel político), no estamos negando la capacidad política de las concepciones holísticas, y, sin embargo, estamos negando acertadamente que el uso de la noviolencia como forma de acción política necesite necesariamente proceder de concepciones holísticas. La existencia de un gran número de movimientos políticos luchando noviolentamente por las más diversas causas sin proceder su actividad de una ideología holística, sino de meras consideraciones prácticas, pondría de manifiesto la pertinencia de este detalle.
De esta manera, teniendo clara esta distinción, parece claro que se puede movilizar a muchas más personas de forma noviolenta, si para ello no se les exige unas pautas de conductas en otros aspectos de su vida que pueden llevarlos a un inicial rechazo por suponerles un esfuerzo demasiado grande, cosa que puede ser de vital importancia si se tiene en cuenta que la forma más común de reflexionar sobre la moralidad de la violencia es permitiendo su uso para la legítima defensa. No hace por tanto falta condenar la lucha armada para participar en acciones noviolentas, como no hace falta ser vegetariana para comer ensalada, cosa que sin duda apoyarán las personas vegetarianas.
Por tanto, entender la noviolencia simplemente como una forma de acción lleva a considerarla como parte de un abanico más extenso de formas de acción, como serían la lucha armada y otras formas de resistencia civil, como el sabotaje o la destrucción de mobiliario urbano, que se sitúan fuera de las definiciones de acción violenta (con daños personales) y la noviolenta (en la que la agresividad se minimiza y el daño se reconduce hacia uno mismo). Ante la necesidad de una taxonomía para esa forma de acción que desde muchos movimientos se encuadra dentro de la legítima “resistencia civil”, propongo denominar acción “incruenta” a esas acciones que sin producir violencia física contra personas, puede producir daño contra objetos, cosa que puede interpretarse como violencia simbólica y hace que esta forma de acción no entre dentro de la categoría de acción noviolenta.
De este modo podemos superar la dicotomía a la que se llega mediante la construcción de una teoría de la acción basada en el uso de una característica (acción violenta) y su negación (acción noviolenta), ya que, como hemos querido quedar claro, la noviolencia es una forma de acción con unas dinámicas propias, de forma que no es la negación de la violencia en la acción, sino que requiere además la eliminación de la violencia simbólica. De este modo el uso de técnicas noviolentas acompañadas por técnicas violentas, aunque sólo sea simbólica, como puede ser la violencia contra objetos, invalida el carácter noviolento de la acción, pero al no producirse violencia física contra personas hace que socialmente tampoco sea posible considerarla como violenta, aunque sí como “resistencia civil” o “violencia incruenta”. En el caso de producirse intimidaciones, como por ejemplo los piquetes de una huelga, la acción también dejaría de ser noviolenta ya que la coerción se produce por la amenaza de uso de la violencia, característica que entra explícitamente dentro de la definición de acción violenta.
La categoría de acción incruenta recogería por tanto toda esta gama de acciones que caben en una clasificación de tipo violento ni noviolento.
 
 

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Notas
15.- Sharp, Gene: The politics of nonviolent action” Porter Sargent Publishers, Vol I., pág 70, Boston 2000 (primera edición de 1973).