Entrevista al colectivo «Cantabria con bici»

Entrevista al colectivo «Cantabria con bici»

Para ponernos en contexto, ¿qué es Cantabria con Bici, cuáles son sus objetivos y qué actividades lleváis a cabo?
Cantabria con bici es una asociación que cumplió 10 años en 2019 y que cuenta actualmente con 130 socios. Su finalidad es la promoción de la bicicleta como medio de transporte principalmente, aunque estamos abordando diferentes alternativas dentro de la movilidad sostenible. En cuanto a las actividades que realizamos, al principio nos dedicábamos a hacer rutas entre los socios, pero desde hace unos años estamos trabajando muy fuerte para intentar que las administraciones públicas consideren a la bicicleta como un medio de transporte alternativo al coche. Por un lado, hemos colaborado con el plan de movilidad ciclista del Gobierno de Cantabria, a través de iniciativas como la “Biciescuela”, un programa dirigido a la gente mayor y que ha tenido buena acogida. Por otro lado, estamos presentes en las escuelas, con el programa “Más bíceps”. Consiste en impartir talleres teóricos para que los chavales de 5º y 6º de primaria se conciencien del gran problema que tenemos con la contaminación y de que hay que cambiar el modelo actual de movilidad; y también talleres prácticos para enseñarles a circular y que cojan el hábito de moverse por la ciudad. También formamos parte del proyecto “Caminos laborales” en el que estamos haciendo seguimiento a 500 trabajadores del Parque Tecnológico en su camino (en bici) al trabajo. Finalmente, estamos intentando formar monitores para que acompañen a gente que quiera hacer rutas (y de paso dar trabajo a algunas personas en paro).

¿Qué “cultura ciclista”, por así decirlo, hay en nuestra región? ¿Se usa poco o mucho la bici? ¿Más como ocio o como medio de transporte cotidiano?
No se puede comparar Santander con otras ciudades. Los carriles bici que hay son pseudo-carriles, diseñados en un momento en los que los políticos no creían en la bicicleta. Actualmente no ha mejorado la situación. La bici se sigue considerando un elemento de ocio y hay poco uso de la bici como medio de transporte. Es algo que estamos intentando cambiar. Lo que hacemos es como una lluvia fina, que va calando poco a poco. Nos empiezan a tener en cuenta y estamos teniendo bastante fuerza.

¿Qué podéis contarnos de la iniciativa “Masa crítica”?
Llevamos muchos años con la iniciativa, aunque con altibajos. Actualmente está un poco de capa caída, de ahí que estemos haciendo otras cosas. La masa crítica es una quedada de ciclistas que se hace una vez al mes. Se parte de los Jardines de Pereda y se da una vuelta por la ciudad reivindicando nuestro espacio en la calzada. Nos estamos dando cuenta de que, quizás por la hora y el día en que se organiza, no está tiendo mucho tirón como sí pasa en otras ciudades como por ejemplo Valladolid. Por ello estamos ahora más centrados en la iniciativa “Bicienjambre”. Quedamos los sábados a las 12:00h y circulamos en distintos grupos por la ciudad, teniendo así más visibilidad. Nos juntamos así unas 50 o 60 personas.

¿Es Santander, por su diseño urbano, por la omnipresencia del coche, por sus grandes pendientes y su clima, una ciudad difícil para circular en bici?
Estamos en contra del famoso tópico de que aquí hace frío y llueve y de que no puedes moverte en bici. Las cuestas se pueden sortear con la bici eléctrica, que se está abaratando y está al alcance de bastante gente. Es una herramienta que está funcionando muy bien aquí. Por ejemplo, en la universidad hay 30 bicicletas eléctricas que están a disposición de los estudiantes y trabajadores y que están teniendo una demanda que no dan a basto. Hemos pedido al ayuntamiento que cambie las bicis actuales del servicio biciTUS, que son una porquería. Están muy bien para que los turistas se den una vuelta por el muelle pero no son bicis prácticas para subir las pendientes. El problema es que el anterior alcalde, que después ascendió a ministro, firmó un contrato hasta 2024 con la concesionaria de las bicis que no se puede (o no se quiere) romper, con lo cual no hay posibilidad de implantar un servicio de bicis eléctricas municipales como en Madrid o Bilbao, por ejemplo.
De todos modos también se puede desplazar con una bici normal, ¡no hay porque subir por la Atalaya a cañón! hay alternativas.

Ahora mismo estáis en pleno proceso de negociaciones y reuniones con el Ayuntamiento para tratar la cuestión del Plan de Movilidad de Santander. ¿Cuáles son las principales medidas que reclamáis?
Estamos reuniéndonos con todos los concejales de cara a conseguir que haya una política común sobre esta cuestión, para que Santander pegue un cambio radical en cuanto a movilidad. De momento tenemos buena percepción, aunque los políticos son muy dados a hacer promesas y no cumplirlas; pero hemos exigido que formen grupos de trabajo, que puedan participar los ciudadanos, que haya transparencia y planificación y que se diga qué se va a hacer. No estamos dispuestos a que pase otra legislatura sin que se haga nada. Lo que estamos demandando es que se desarrolle el Plan de Movilidad de Santander que lleva estancado desde 2017 y en concreto que se hagan las siguientes actuaciones: una vía ciclista en el eje central Puertochico-Valdecilla; una vía ciclista en Reina Victoria, una actuación en General Dávila; la implantación de aparcamientos cubiertos para bicicletas; la implantación de pictogramas (de bicicleta) en las calles de la ciudad; y la creación de aparcamientos disuasorios.
Además de una trama de vías ciclistas, el Plan de 2017 (que en teoría se debe desarrollar en 10 años), contemplaba la publicación de una ordenanza municipal, que regule la circulación, entre ella la de los nuevos patinetes eléctricos que se han multiplicado en los últimos años. Consideramos que se debe dar prioridad a los peatones, al transporte público y a la bicicleta. Al respecto, hicimos un estudio en colaboración con las mesas de movilidad sobre los tiempos de espera de los semáforos en 10 ejes y comprobamos que los coches tienen mucha más ventaja en cuanto a los tiempos de espera. Mientras que el peatón dispone (de media), 20 segundos para cruzar, al coche se le da 4 veces más. Los botones de “pulse verde” que hay en algunas zonas como en la Avenida de los Castros tienen un tiempo de espera de 80 segundos, se tiene que reducir. También hemos visto cómo han proliferado las islas en los pasos de peatones. En definitiva, este estudio demuestra que, en esta ciudad, los vehículos se privilegian mucho más con respecto a los peatones.

Habéis realizado varios informes tratando los aspectos negativos de los tramos de la red ciclista actualmente existente. ¿Ha escuchado el Ayuntamiento vuestras quejas, ha solucionado algo?
Algunas cosas se han solucionado. Por ejemplo, en el tramo de la Albericia, frente al supermercado Mercadona se han puestos unos pivotes para que la gente no pueda aparcar su coches, lo que antes bloqueaba el paso. En el barrio Pesquero se han podado los setos que dificultaban la visibilidad. Estamos consiguiendo pequeños cambios, aunque quedan muchas cosas por solucionar…

Como por ejemplo el carril bici de la Avenida de los Castros, que es especialmente incómodo, hasta el punto de que no es inhabitual ver ciclistas por la carretera, pasando de ir por el carril bici. ¿Cómo evitar tales fallos en el diseño y realización de futuros tramos?
Los que implantaron dichos carriles no tenían realmente ningún interés en la bicicleta. Lo que ha cambiado es que ahora nos llaman y por lo menos nos consultan cómo hacer las cosas. Nosotros lo que priorizamos es que no haya carriles bici sino espacios en los que la bici se pueda mover por la calzada, mediante la implantación de pictogramas. No en las zonas críticas de tráfico, pero si hay muchas otras zonas en las que se puede hacer.
En cuanto al caso concreto de los Castros, tiene el peligro de las salidas de los garajes de las viviendas, hay que sortear paradas de autobús, contenedores de basura, baches, en la Bajada de San Juan se produce una subida abrupta que ralentiza el ritmo… Se debería de dar la opción de que las personas que quieran circular con la bicicleta más rápido lo puedan hacer por la calzada, poniendo los pictogramas.
En Torrelavega se ha desarrollado un plan de movilidad ciclista que está haciendo la ciudad mucho más amigable, bajando la velocidad de algunas calles a 30, metiendo carriles bici (algunos sobre las aceras, lo cual se ha criticado, con razón, porque no queremos que se quite espacio a los peatones). Se puede tomar ejemplo. Hay cosas que se pueden aplicar y corregir, y muchas veces basta con pintura para hacerlo. ¿Tiene sentido llegar a la Albericia y bajar hasta el complejo deportivo para seguir el carril bici para ir al Parque Tecnológico? Pues no. El recorrido más lógico es por General Dávila/Cazoña/Casa San Pedro, o seguir por Gutiérrez Solana/José María de Cossío si vas por los Castros, que cuenta con dos calzadas y no hay tanto tráfico. Hay soluciones, pero actualmente los dobles carriles sirven para aparcar en doble fila. Se puede comprobar en la calle Castilla, el de la izquierda siempre está ocupado, también en Camilo Alonso vega, o en los Ciruelos, en Cazoña, con el carril de la derecha.

Si pudieseis soñar con una Santander ideal en cuanto a movilidad, ¿Cómo sería? Se debería cerrar el centro a los coches como están haciendo en otras ciudades.
Los modelos de ciudad ideal son difíciles de implantar aquí cuando te das cuenta de que la ciudad cuenta con 15 aparcamientos en tres kilómetros de largo por uno de ancho, desde la antigua residencia de Cazoña hasta Puertochico. Se está favoreciendo que cualquiera pueda meter su coche donde sea, en el ayuntamiento, en el Mercado del Este, en Correos. Es cierto que es una ciudad longitudinal y no en forma de almendra como puede ser Torrelavega o Vitoria, lo que complica la cosa. Pero por ejemplo con el Centro Botín se hizo un túnel cuando muchos arquitectos no estaban de acuerdo con ese planteamiento. Antes que cerrar la ciudad hay que empezar a reducir el espacio en la calzada de los vehículos. No favorezcamos que se pase por el túnel de Tetuán y se salga por la calle Castilla. Desde las mesas de movilidad se está planteando también que haya un consorcio para coordinarse con el área metropolitana de Santander (Camargo, Astillero, Bezana). Renfe se está olvidando de los trenes de cercanías. Aquellas personas que vienen en el tren de Torrelavega llegan tarde continuamente al trabajo, porque hay averías continuamente.
Sacar de la ciudad de los coches, trenes de cercanías, tarjetas de transporte intermodales, que no haya cantidad de islas en los semáforos, que podamos salir a disfrutar, que se planten árboles autóctonos y en condiciones, que no hagan esas podas que estamos acostumbrados a ver. Hay que llenar la ciudad de árboles de hoja perenne como por ejemplo encinas. General Dávila se podría convertir en un gran bulevar arbolado y con menos coches, un lugar maravilloso donde vive mucha gente. Podemos estar hablando de una ciudad ideal durante mucho tiempo… No es algo para hacer de la noche a la mañana. Lo que no se puede es ir hacia atrás, como suprimir Madrid central, negar que haya cambio climático o contaminación. Los coches acabarán siendo eléctricos pero siguen ocupando un espacio público. El espacio público de la ciudad no es para aparcar un coche.

Alguna cosas que queráis añadir.
En nuestras charlas siempre comentamos que estamos esperando a que “papá gobierno” o “mamá administraciones” nos digan lo que tengamos que hacer. Pero la movilidad sostenible depende al fin y al cabo de cada uno de nosotros. La clave es cambiar nuestros hábitos, aunque cueste. No hay que esperar a que los de arriba digan que ya no nos van a dejar meter el coche en la ciudad. Cada cual debe pensar si es capaz de moverse de otra manera en esta ciudad que es pequeñita. El coche es necesario para algunas cosas, pero en el día a día puede ser prescindible. No esperemos a que nos digan que por aquí no se puede pasar con el coche. Que cada uno analice cómo se desplaza y si puede cambiar la forma en que lo hace.

* Entrevista publicada originalmente en el boletín de Briega en papel nº18, en el mes de febrero de 2020