De unxs que ocupan y otrxs que esperan

6 de Junio de 2017, calle Cardenal Cisneros. Coches de policía nacional y local se encuentran situados en proximidad con uno de los portales de la calle. Un grupo de personas se acumula al otro lado de la calle observando  todo el bloque de edificios y al resto de gente que habla con las fuerzas de seguridad.

Alguien ha ocupado el bloque. Se han metido por el portal y están dentro. Al parecer son seis jóvenes, pero no seis jóvenes de cualquier tipo. Son jóvenes de rumanos según las habladurías de quienes observan.

El edificio estaba abandonado, según las palabras de la gente, porque quienes antaño vivían allí no soportaban la convivencia con la gente del bajo. ¡"Yonkis"! Palabra que marca la frontera entre lo tolerable y lo que no, entre lo inocente y lo culpable, entre lo normal y lo inaceptable. Esa es la causa atribuida popularmente en ese momento al estado de abandono del bloque, donde anteriormente existía un herbolario a sus pies, y cuyo estado no aparenta estar deshabitado. Sin embargo, algunxs lo sabían y ayer decidieron entrar.

La poca gente allí reunida bromeaba sobre el tiempo que llevaban esperando con la escena. Querían que terminase ya e irse a casa a cenar, como si fuese una película. El final feliz parecía tener consenso en que fuera la detención de estos jóvenes por parte de la policía, tan rápida y eficiente. La única queja era el pequeño candado puesto sobre la puerta, un candado que con una patada puede volver a romperse, lo que les dejaba a estas personas con una sensación de inseguridad.

¿Y si sólo entraran para vivir? Preguntó alguien. La respuesta fue clara, esas personas no habían entrado allí sólo para vivir, porque estaban trasladándose de una terraza a otra, es decir, de un piso a otro. Está claro que buscaban algo más que una necesidad de cobijo. Lo único que quedaba realmente claro es que no eran españolxs, sino rumanxs. No tiene mucha relación, pero la cultura televisiva del atentado en terreno occidental (a pesar de que todos los días existen atentados llevados a cabo en territorios no occidentales) hizo que el fantasma yihadista, el miedo a las violaciones y los asesinatos saliese en el coloquio informal de lxs que observaban. Afortunadamente, no hubo final claro ni feliz para lxs expectadorxs de la escena, que pretendían ver en directo como los "buenos" atrapaban a los "malos" como sale en la tele.

La mayoría de las okupaciones que se dan en esta ciudad, como en todas, no son de una parte de la población que utiliza la okupación para reinvidicar o visibilizar una problemática, sino por supervivencia o negativa a aceptar los chantajes que el sistema económico impone. Porque desde que existe propiedad privada, la ocupación ha sido una herramienta de las personas explotadas, trabajen de forma asalariada o no.

Este es el futuro que se nos presenta, con una saturación de información mediática que nos hunde a todxs en una profunda ignorancia y confusión respecto a lo que nos rodea. Donde la preocupación se centra en que unas personas no blancas ocupen un espacio vacío, y no en que el diario montañés anuncie con orgullo que la ciudad está blindada con agentes armados para proteger la tranquilidad de la Copa de Vela en Santander.

Ninguna pretensión de idealizar la mera ocupación de un bloque ocupado, ni de ejercer la otra cara de la xenofobia, la de vanagloriar a las personas que vienen de otra cultura por el mismo hecho de ello. Lo que está claro, es que esos jóvenes tendrían sus motivos para ocupar el inmueble y nadie de allí podía ni puede conocerlos sin conocerles. Así que, si el presente se llena de islamofobia y racismo, si se llena de ciudadanos policía que ansían detenciones. y de adoradorxs de la legalidad por encima de la ética, entonces contrainformar se hace tan urgente como necesario, en la calle y donde sea.