Sobre Santi, Fátima y otros aspectos

 

La pasada madrugada del sábado 27 de abril un joven chaval de 17 años residente en Reocín moría a causa de una pelea nocturna en las calles de Donosti, a la entrada de una discoteca. En la pelea también resultaron heridos el hermano del chaval y un amigo de “Santi”.

 

Tras este duro hecho que supone la muerte de un joven, se despertó inmediatamente una ola de racismo, no sólo en los comentarios de las concentraciones de recuerdo a Santi, sino sobre todo palpables en las redes “sociales”, si es que podemos llamarlas así. La causa de esta reacción ha sido que la mayoría de las personas implicadas en la paliza al chico no eran españolas, aunque también estaban presentes.

 

Sería una ingenuidad pensar que esta respuesta ciudadana fuera una excepción, cuando cotidianamente vemos cómo los medios de comunicación, no necesariamente de derechas, recalcan sin ninguna tesitura la nacionalidad o el origen de las personas que cometen agresiones tipificadas como delito y socialmente repudiadas. De la misma manera, también son frecuentes los comentarios xenófobos, machistas y clasistas ante estos hechos. La realidad es que el origen de las personas que agreden se convierte en el tema central de las noticias, dejando a un lado el cuidado de las personas agredidas. El dolor de las personas que sufren estos actos (agresiones sexuales, asesinatos, palizas, etc) pasa a ser lo de menos ante un ansia social de poner el foco de la cuestión en la nacionalidad de los atacantes.

 

Lo que sí supone un acto de valentía que merece recalcar en estos tiempos que corren y, en definitiva, algo no tan común, son las declaraciones de la madre de Santi, Fátima Hacine-Bacha García ante la lluvia de opiniones fáciles y burdas sobre los sucesos que han acabado con la muerte de su hijo. En distintos medios se ve reflejado cómo esta madre no ha dejado que el dolor de su pérdida se confundiera con los deseos de enfocar el odio en la población magrebí y rumana.

 

Entre todo esta avalancha de comentarios, se pueden leer infinidad de declaraciones que piden pena de muerte, cadena perpetua, expulsiones masivas, peticiones de encierro y deportación para los grupos de chavales marroquíes que pasean por las calles conocidos mediáticamente como “menas”… nada nuevo en la actualidad neocolonialista y eurocentrista que nos toca vivir. Sin embargo, las acusaciones van más lejos cuando se critica la reacción de la madre y se le califica de “rara” e “incomprensible”, a lo que se responde con su origen argelino como explicación lógica de “por qué defender a las personas migrantes cuando sufres la pérdida de un ser querido”

 

Como vemos, el patriarcado también sale a relucir cuando una mujer no responde a los cánones que la sociedad expectadora que se esconde tras la pantalla de un ordenador espera. En vez de una persona que se refugia en su papel de víctima y en el recurso fácil de utilizar al migrante como chivo expiatorio, encontramos a una persona que, independientemente del dolor que pueda estar pasando en estos momentos, (cuestión que ningún periódico o medio debería entrar a medir, valorar o juzgar en base a ningún comentario), no complace los deseos de esta alianza racista-patriarcal mediática. En cierta manera, y aunque hablemos de otro tema distinto que el de las agresiones sexuales, se da aquí algo similar a eso que la antropóloga Rita Segato alude como “la víctima ideal” cuando habla de que si una víctima no muestra públicamente el sufrimiento, la opinión pública pondrá en duda sus palabras.

 

Y es que una cuestión importante es que las redes “sociales” también se han utilizado para vincular este suceso con muchas otras situaciones. Por ejemplo, quienes aluden a Castilla-Hermida como un nuevo foco santanderino donde se juntan personas del mismo perfil que los agresores de Santi, o quienes comparan esto con otros casos de violencia sexual donde hay personas detenidas que no tienen nacionalidad española.

 

Aunque este racismo mediático no es único de la derecha sino también de la izquierda parlamentaria, es cierto que una gran mayoría de comentarios que hemos encontrado tienen una instrumentalidad política hacia la derecha y resulta paradógico que quienes se esfuerzan más en intentar recortar los derechos de las mujeres, pongan tanto énfasis en los casos mediáticos de agresión sexual donde hay migrantes implicados en la parte agresora. Es lo que la teoría feminista, en base a su práctica, ya se ha encargado de analizar. Lo hizo Angela Davis con “el mito del violador negro” como método de “contrainsurgencia” para evitar que los negros alcanzasen sus derechos en Norteamérica, o la misma estrategia tras los sucesos de violación en Colonia (Alemania, 2015) con la población árabe y las representaciones colonialistas de los hombres árabes como agresores sexuales. Y es que en actos tan rechazables y tan poco respetuosos con la integridad de las personas como los asesinatos y las violaciones, lo importante nunca debería ser la nacionalidad o la etnia.

 

Otro característica de los comentarios que se han vertido en torno a este suceso es el de estar basados en una profunda ignorancia en base a una aspiración de criticar el “buenismo” de la izquierda parlamentaria y utilizar la pérdida de Santi para hacer campaña política hacia terrenos cercanos a la derecha política. Decimos “ignorante” porque si un partido tiene experiencia en practicar las devoluciones en caliente, las deportaciones, las redadas racistas, los encierros de personas migrantes en CIEs y etc, ese es el PSOE. Así que ni siquiera estas acusaciones de “buenismo” se sostienen en una práctica real. Otro ejemplo de ignorancia que recae a su vez en un ejemplo de islamofobia, es aludir a la condición musulmana de la Fátima Hacine-Bacha por el hecho de ser argelina, cuando no son dos cosas necesariamente conjuntas.

 

Los modelos de fiesta y ocio donde las personas socializamos actualmente, la violencia mediática, la industria del entretenimiento, protagonizado por los reality shows y los espectáculos televisivos, pero también por la industria del videojuego, con vínculos importantes de ésta en la formación y el entrenamiento militar, las migraciones forzosas que dejan a un montón de chavales desarraigados en un entorno ajeno y hostil a lo que conocen, y todas las lógicas que engrasan esta maquinaria capitalista son los focos donde hay que apuntar para entender por qué un paquete de tabaco puede ser el motivo de un desagradable y tan triste suceso como el que protagoniza este artículo.Creemos que es importante hacer una labor constante y permanente de contrainformación contra la instrumentalización política del dolor y por ello no dar espacio ni al racismo ni al patriarcado allí donde nos sea posible.