Más Allá de la Afinidad

Más Allá de la Afinidad
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Quiero hablar de la amistad más allá de la afinidad, tomando como partida un texto junto con un video de Archipiélago[1]  (Afinidad, Organización Informal y Proyectos Insurreccionales; Mas allá de la amistad). No quiero hacer enfoque en la Organización Formal/Informal/da igual, tal vez sí, en el concepto Organización.

Primero partir con que la amistad, para mí, es la afinidad en su mayor plenitud, que posee una mejor perspectiva de acción, entre anarquistas, que una afinidad sin un vínculo amistoso profundo.

Entiendo y comparto la afinidad como el encuentro entre dos o más individualidades (no demasiadas) que comparten el común de ciertas ideas, perspectivas de la realidad, métodos para incidir en ella y una cierta confianza espontanea o no, que genera la afinidad. Esto puede ser una definición de amistad pero está claro que los grupos afines pueden existir sin relaciones de sentimientos amorosos o cariños amistosos. Circunstancia última que tenemos que dejar a un lado porque lo más importante es la efectividad de la lucha contra el Estado y el Capital, no los sentimientos y pasiones con los cuales desarrollamos esa lucha…

Que se entienda mi sarcasmo, pero es que dentro de lo que se conoce como “movimiento anarquista” llega a ser tedioso su eterno debate de como  “organizar” la lucha, como incidir en la conflictividad social, como hacerlo de la manera más efectiva, etc, etc, etc,. Aunque la organización informal y los grupos de afinidad me parecen muchos más sincero (en relación al deseo común de querer vivir sin ser dominados ni dominar a nadie) que otro tipo de “organizaciones”, no me parece la manera más cualitativa de satisfacer nuestras ansias de libertad.

Y acá voy a uno de mis puntos, nuestros deseos de vivir una vida radicalmente distinta a la que vivimos en este orden social dominado por espectros como el Estado, el Capital, y varios más, es la que nos impulsa precisamente a eso (vivir de otra manera) y a destruir aquello que nos impide esa vida, y si dentro de las perspectivas de ataque y su calidad/efectividad contra lo que nos imponen no contiene aquello de lo que estamos hechos y queremos, para mí, pierde todo su sentido cualitativo. Me refiero a vivir la anarquía acá y ahora, que la pasión sin límites que contienen nuestros deseos y que intentamos expandir, se expandan también en nuestro campo de acción (ataque destructivo), en nuestras relaciones, en nuestro cotidianeidad, y que, precisamente, por ser pasiones indómitas, se cuestionen todo, incluso la más mínima forma de organización.

Ninguna actividad humana es posible sin organización, al menos si entendemos la organización como “la coordinación de los esfuerzos mentales y físicos que se consideran necesarios para lograr un objetivo”, dice Archipiélago, pero somos más que “actividad” y sobre todo “humana”, tenemos necesidades instintivas y deseos caóticos, no solo “objetivos” y “finalidades”. Entonces, lo que digo es que la definición anterior de Organización no me parece adecuada, o mejor dicho me parece muy humana. Y lo Humano es otro fantasma que impide reapropiarme de mi capacidad individual de crear mi vida como quiero.

¿La organización está  subordinada a lo que uno quiere hacer como señala Archipiélago? ¿O es al revés? Llevar todo al racionalismo humano es un problema, por no decir que es el mayor de los problemas, sino vean la civilización que nos rodea, la cual ¿querés destruir?

La anarquía niega toda autoridad y en mí, también, la autoridad de la razón o cualquier  otro fantasma que quiera gobernar mis deseos. Por eso, rechazo la Organización, porque aún quiero desenvolverme salvaje e instintivamente descubriendo a cada instante lo maravilloso de vivir mi mundo sin autoridad, es decir, quiero desenvolverme más allá de la razón, en anarquía.

Las amistades no son una organización en sí. La amistad es un vínculo apasionado que manifiesta y potencia nuestros deseos y necesidades de compartir, compartirnos, querer y ser queridos, y que, en un hermoso (sin) sentido anárquico escapa a las típicas relaciones sociales donde la amistad es una especie de tolerancia mutua que nos despista de nuestra condición de seres dominados y humillados – mostrando todo lo contrario, buscando y muchas veces encontrando una potencialidad expansiva de nuestros deseos ingobernables, los destructivos y los de vivir una vida en nuestros propios términos. Y eso no lo garantiza la afinidad – la afinidad garantiza el intento de una acción más o menos cualitativa en términos materiales de destruir la Realidad pero la amistad hace que esa acción sea maravillosa, apasionada y única en su grandeza porque entre las implicadas hay sentimientos profundos que avivan chispas de fuego en sus corazones, o sea, hacen de la realización individual de sus deseos su calidad porque saben además que una acción puede significar la última.

Yo no quiero organizar la lucha y la forma de hacerlo de nadie. Yo no busco compañeros, yo busco cómplices amigos porque hayo ahí la calidad en la ofensiva, porque en ellos encuentro el valor real de la vida intensa que deseo vivir y siento que ellos la encuentran en mí. Porque quiero la anarquía y la quiero ahora, en mi espacio y en mi tiempo, con los míos, más allá de mis limitaciones, más allá de la afinidad.

[1] El artículo y el video