El cántabro: una realidad latente

El patrimonio lingüístico cántabro, a pesar de haber ganado apoyo social, sigue hoy en día en entredicho.
“Hubo un tiempo en el que todos hablaban igual que nosotros”. Esto dice el grupo de folk cántabro Luétiga en su canción “Los salcis esnuga l’airi” (Los sauces desnuda el aire). Dicha canción está escrita en su totalidad en cántabru, la lengua por el que tanto han trabajado diversos sectores de la sociedad cántabra, que no se resignan a que el patrimonio lingüístico de su tierra desaparezca.
El cántabro es una lengua minorizada por "el desprestigio y la desprotección"
El cántabro, informa el historiador Diegu San Gabriel, es la evolución del latín en Cantabria a partir de un sustrato indoeuropeo céltico anterior, con influencias posteriores. El habla de Cantabria sufrió dos procesos de castellanización: uno más débil durante el medievo, cuando el territorio cántabro pasa a la órbita de la Corona de Castilla (S. XI); y otro más fuerte y contemporáneo, a través de la Educación, la Administración y los medios de comunicación del Estado español.
La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) añadió en 2009 al cántabro a su lista de lenguas en peligro de extinción. San Gabriel achaca el arrinconamiento del patrimonio lingüístico cántabro a una doble cuestión de hegemonía y poder, nacional y de clase, ya que asegura que en Cantabria se ha impuesto una lengua de Estado que no es propia, pero ha sido asumida por las élites, haciendo del castellano una lengua oficial "de status", frente al habla popular autóctona, minorizada por "el desprestigio y la desprotección".
Ni castellano, ni asturiano, se trata de una "modalidad leonesa de contacto"
A pesar del clasismo lingüístico existente en Cantabria del que habla San Gabriel; Raúl Molleda, investigador del patrimonio lingüístico cántabro, afirma que “el desprestigio ha tocado fondo”. Molleda comenta que es la gente “relativamente joven y urbana la que se interesa mayoritariamente” por la lengua de sus antepasados, y la que hace que el cántabro empiece a tener mejor imagen entre la gente rural y de habla materna cántabra.
Raúl Molleda arremete contra los que creen que el cántabro es “castellano mal hablado” con sólidos argumentos: “El cántabro tiene unos rasgos esenciales que lo separan del castellano ya desde el origen, por eso no es castellano. La –u de los sustantivos masculinos procede del acusativo latino –um, en el que la evolución eliminó la –m final. La diferencia reveladora propia del castellano es que éste va un paso más allá: no sólo pierde aquella –m del caso latino, sino que además abre un grado la –u, convirtiéndola en –o”. Según esto, afirma, considerar que el cántabro es “castellano con la u” supone sostener que en la evolución lingüística hizo un viaje del punto de partida hasta el de destino, para regresar otra vez al de partida.
Frente a las opiniones de que el cántabro es lo mismo que el asturiano, Molleda explica que el cántabro viene de la misma raíz astur-leonesa. Es “hermano del asturiano, del leonés y de las hablas leonesas de Zamora, Miranda de Duero, el occidente salamantino y el norte cacereño”. El asturiano es un leonés “nuclear”, mientras que el cántabro es “leonés de contacto”.
Actualmente, Molleda está impartiendo un curso de cántabro en Santander. En él, explica las reglas y tendencias gramaticales que se conocen, intentando alejarse en todo momento de “la costumbre de asociar el cántabro con lo estrictamente ganadero y rural”. “El léxico que damos es más propio para el medio urbanizado moderno en el que nos toca vivir”, comenta el profesor e investigador del idioma cántabro.
El alumnado que asiste a estas clases es “relativamente joven, entre los 17 y los 45 años, y hay desde estudiantes hasta diputados”. El ambiente, asegura, es muy familiar y la asistencia, libre y gratuita. Además de las clases magistrales, los estudiantes reciben apuntes por internet. Según Molleda, el objetivo primordial del curso es conseguir “un grupo de hablantes de cántabro que se relacionen entre sí”.
El reconocimiento de la UNESCO contrasta con el ninguneo del Gobierno de Cantabria
Este curso ha sido organizado por la asociación cultural L’Argayu. Daniel Lobete, miembro de la organización, dice que en L’Argayu dan mucha importancia a la cuestión lingüística, pero que su labor abarca todos los frentes de la recuperación, dignificación y difusión de la cultura cántabra. Para luchar en la defensa del patrimonio lingüístico, han organizado ya varios cursos de aprendizaje de cántabro, tanto en persona como a través de internet (Proyeutu Depriendi). Así mismo, cuenta Lobete, han “difundido material con el objetivo de dar a conocer este valioso patrimonio y de concienciar a la sociedad cántabra sobre su defensa”.
L’Argayu ha formado parte de la Plataforma Esclave, compuesta por varias organizaciones culturales, que tenían entre sus objetivos “lograr que el patrimonio lingüístico cántabro fuera declarado Bien de Interés Cultural”. Para conseguir esto, desde la plataforma se organizó una campaña de “recogida de firmas, de difusión por la calle y por internet” y un encuentro en Sanander. A pesar de los esfuerzos realizados, Lobete declara que la Consejería de Cultura del Gobierno de Cantabria rechazó sus propuestas aduciendo unos motivos “completamente ridículos, llenos de ignorancia y de prejuicios”.
 
Fuente: Enfocant. Diario digital Cántabro de enfoque crítico.