La voz de los maestros en resistencia: entrevistas desde el Plantón en la CDMX

Esta es una selección de entrevistas realizadas por nuestros camaradas del periódico Praxis en América Latina a maestros que se encuentran resistiendo en el plantón ubicado en la Plaza de la Ciudadela, en la capital del país, así como a aquéllos que llevaron a cabo el sábado 4 de junio la Octava Jornada de Actividades Pedagógicas en la delegación Azcapotzalco. Consideramos  a esta recopilación de entrevistas como una valiosísima fuente directa para desarrollar historiografías desde abajo y en pos de los movimientos sociales, ya que otro tipo de fuentes que provienen de medios oficiales, periódicos e incluso de agrupaciones militantes, carecen del esclarecimiento vivencial de las luchas sociales. Estos textos  contemplan en común una estructura de historia oral basada en 1) planteamiento de las problemáticas individuales y del magisterio, 2) soluciones encontradas por el/la maestr@, 3) relación de la problemática con otras a nivel nacional y 4) llamado a la solidaridad.
Puedes consultar algunos otros textos filosófico-políticos de interés en el periódico Praxis en América Latina #9, entrega que ha sido dedicada de lleno a la lucha magisterial de los últimos meses.
Revolución Internacional
Ruptura  Colectiva (RC)

Michoacán
Maestra de Apatzingán I
Nosotras tenemos la fortuna de trabajar en áreas rurales; de hecho, vivimos en la misma comunidad en la que trabajamos: estamos ahí de lunes a viernes y, ya el fin de semana, nos vamos a nuestras casas. Esto hace más estrecha la relación con las comunidades. En esas zonas, las personas son más conscientes acerca del movimiento que estamos llevando a cabo como maestros; los padres de familia conocen las razones de nuestra lucha y por eso nos apoyan.
Vivir en la comunidad en la que se trabaja implica estar más al pendiente de nuestra propia labor. Tenemos oportunidad de quedarnos unas “horas extras”, a fin de poder atender a niños a los que se les dificulta un poco más el aprendizaje, de preparar eventos, trabajar con los padres de familia, etc.
Hace un par de días, estuvimos en nuestras escuelas y les comunicamos a los niños que nos veníamos para México, al plantón. Ellos nos dijeron: “No vayan. Allá dicen que ustedes son delincuentes y los corren de donde están, no los dejan pasar, la policía los golpea” (Ellos nos conocen y saben que no somos delincuentes, aunque diga lo que diga [el gobierno]). Los niños estaban preocupados por nosotras, igual que cuando vamos a alguna marcha. No es que estén en contra de que protestemos, sino que les da miedo lo que nos pueda ocurrir. De hecho, nos apoyan totalmente, aunque “perdamos clases”.
¿Por qué? Porque no dejamos de lado lo académico. Más bien, hemos avanzado mucho en ese aspecto. En las reuniones que hacemos con los padres de familia, ellos nos han dicho: “Maestra, nosotros vemos que los niños no van atrasados, sino que van bien. Ustedes no nos han fallado en todo el año. Entonces, luchen por lo que tienen que luchar”.
Y es que ahí está el punto: nunca faltamos a clases Y, cuando lo hacemos, no es por irnos a nuestras casas, sino por luchar.
Por otra parte, siempre nos preparamos para dar las clases de manera diferente, didáctica. Más aún: en Michoacán, los maestros hemos creado libros y material de trabajo, encaminados hacia una nueva propuesta educativa. Desde hace tiempo, ya existía material para primero y segundo año [de primaria], pero, a partir de hace como dos años, ya hay para todos los grados. Ésta sería la verdadera reforma educativa.
Con nuestras acciones de protesta, buscamos parar la “reforma” del gobierno. Hay muchas cosas detrás de ella: les quieren cobrar los libros a los alumnos, así como cuotas; además, buscan que los padres de familia paguen la luz [de las escuelas]. ¡Y nosotras venimos de una zona donde los niños no tienen ni para comer!
No estamos peleando porque nos aumenten el sueldo, o porque queremos más días de vacaciones, sino por los niños, que son el futuro.
Es verdad que, cuando hacemos una marcha, se “obstruye” la circulación, pero ésa es la única forma en que podemos ser escuchados. Quedándonos en las aulas, aceptando lo que nos mandan, nunca lo van a hacer. Sólo siendo escuchados las cosas pueden cambiar: El maestro, luchando, también está enseñando.

Maestra de Apatzingán II
La lucha es contra las reformas estructurales: echarlas abajo. La que nos afecta más directamente es la “educativa”, pero las otras también, como parte del país al que pertenecemos. Como ustedes saben, esto no es una reforma educativa, sino laboral. La mayoría de los maestros estamos en oposición [a ella].
Las condiciones de las escuelas en las zonas rurales son muy diferentes a las de la ciudad. En Apatzingán, el clima es muy caluroso, día y noche. Nuestros salones carecen de ventiladores, y estamos “encerrados” ahí todo el tiempo con los niños; ellos no resisten el calor. A las 10 de la mañana, ya parecen desmayados. Además, las comunidades son muy pobres: las familias no tienen para darles de comer a los niños, que salen de sus casas sin desayunar. Nos falta mucho material de trabajo, y hasta personal: no nos mandan más maestros. Hacen falta más escuelas. En algunas, hay [sobrecupo de] alumnos.
Con los padres de los estudiantes hay una buena relación. De hecho, en la mayoría de las escuelas las familias nos apoyan para estar en la lucha; no hay ningún problema por parte de ellas; no se quejan ante las autoridades. Comparten la lucha con nosotros.
Las dificultades para nosotras las mujeres [aquí, en el plantón] son varias: no tenemos baños para bañarnos, por ejemplo, pero tenemos que seguir en la lucha, porque, si no, no vamos a conseguir nada bueno. No solamente es por nuestro empleo, sino por la gratuidad de la educación: que la educación sea para toda la población.
Para resolver esta situación, primero el gobierno federal debe sentarse a platicar con nuestros dirigentes: dejar de reprimirnos en todos los lugares donde nos manifestamos. En Chiapas, Guerrero, Oaxaca, ya habido maestros asesinados; otros están presos (como prueba, Rubén Núñez de Oaxaca). También, en la manifestación de ayer [17 de junio] se vio la cantidad de policías que había.  Hay formas de castigar más al movimiento.

Maestro de Educación indígena
Para poder tener un México pluricultural, debemos rescatar nuestras raíces. Los programas educativos [oficiales] están haciendo a un lado la educación indígena y se están orientando más bien hacia el capitalismo. Nosotros trabajamos en comunidades con un alto índice de marginación, donde los recursos no nos llegan. Tenemos escuelas totalmente descuidadas, desatendidas en su infraestructura. Además, están las reformas laborales contra nosotros los maestros. Pero nosotros seguimos ahí, enseñando tanto en español como en purépecha.
De donde vengo, la relación entre maestros y comunidades es estrecha, ya que, quienes trabajamos en Educación indígena, también somos indígenas. Por ello, entendemos las necesidades y problemáticas de las comunidades. Muchas veces, trabajamos más allá del “horario normal”, quedándonos a atender a alumnos y padres de familia.
Ellos apoyan totalmente nuestras acciones de protesta: ven que estamos siendo afectados y nos exigen que salgamos a luchar; que hagamos paro no con el fin de descansar o ir a trabajar nuestras tierras, sino de exigir nuestros derechos. Incluso, nos han apoyado participando en algunas marchas en Michoacán.
Con las jornadas de lucha [iniciadas el 15 de mayo], el gobierno se está dando cuenta de que no sólo es un cierto porcentaje del magisterio el que está inconforme, sino que esto es más general. La sociedad ya está despertando.
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Maestros de telesecundaria
En esta lucha, contamos con el apoyo de los padres de familia. Ellos nos han permitido estar aquí en la ciudad de México. Como magisterio, debemos mantenernos unidos, porque nuestro objetivo es el mismo: solicitar un diálogo con el gobierno, a fin de que las decisiones que se tomen sobre la educación no sean unilaterales. No venimos sólo de una región del país, sino de diferentes estados.
Sin embargo, muchas veces los maestros somos rechazados socialmente, porque nuestra resistencia afecta a los intereses de algunas personas. Por ello, le pedimos a la población tolerancia y apertura; que conozca cuáles son las causas reales de este movimiento: la lucha magisterial no sólo es para beneficio de los maestros. Esto explica el que se nos hayan unido distintas agrupaciones sociales.
Ciertamente, un plantón “se ve mal”; no obstante, hace poco una persona se nos acercó y nos dijo: “Antes yo no apoyaba esto que hacen los maestros; ahora, ya, porque veo todo lo que les está haciendo el gobierno. Luchen en nombre de todos”.
Lamentablemente, muchas personas no pueden unirse a este movimiento, porque tienen otras responsabilidades: trabajo, familia, etc. Nosotros, que estamos organizados, podemos estar aquí.
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Guerrero
Maestra
Las maestras notificadas (es decir, que hemos recibido un aviso para que nos presentemos a la “evaluación docente”, la cual nos quita toda nuestra antigüedad y derechos), recibimos un hostigamiento constante: nos mandan mensajes, correos, etc. Piensan que, como somos mujeres y, por tanto, “débiles”, vamos a abandonar la lucha fácilmente. Pero, si ustedes se fijan, la mayoría aquí somos mujeres.
Nosotras, como mujeres, hemos sido reprimidas. Ahorita, si quiera, ya “nos dejan” trabajar. Poco a poco hemos ido ganando luchas. El líder de nuestro sindicato, por ejemplo, es una mujer. Pero aún falta por hacer: las mujeres, a diferencia de los hombres, tenemos responsabilidades como mamás; aunque ellos también luchan por sus hijos, nosotras hemos sido siempre las encargadas [directas] de cuidarlos.
Yo no quiero que mi nieto tenga una educación privada (que, supuestamente es mejor que la pública, pero no es cierto). Como nuestro país tiene tanta deuda externa, hasta él ya tiene ya que pagarla. Aquí en la ciudad, también vemos la pobreza: los niños indigentes necesitan un lugar bueno, sano, para estar. Por ello, yo no estoy dando esta lucha nada más por mí, por estar notificada, sino por mis hijos y nieto.
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Maestro
Nuestro estado tiene condiciones propias. Debido a las situaciones que hemos vivido —la más reciente de ellas, la desaparición forzada de los 43 normalistas de Ayotzinapa—, hemos creados nuestras propias organizaciones, las cuales nos han permitido ganar fuerza en la lucha.
Para estar aquí [en el plantón], trabajamos con los padres de familia. Nosotros venimos con la anuencia y el apoyo de ellos; les hicimos ver lo que los medios [de comunicación de paga] no dicen: que se busca privatizar la educación como ya se ha privatizado, por ejemplo, el agua, la cual hoy todos tenemos que comprar en botellas.
El gobierno tiene la obligación de darles educación a los hijos, pero poco a poco se ha ido deslindado de aquélla, pasándosela a los padres de familia, que a veces prefieren pagar, “por comodidad”, escuelas privadas. Por otro lado, el presupuesto que debería ser para educación se va a otros rubros: campañas electorales, policía, ejército, etc.
Por ello, hemos tratado de empatar un solo movimiento, porque la afectación de la “reforma educativa” (que, como sabemos, no es educativa, sino laboral-administrativa, porque no tiene nada que ver con los planes y programas [de estudio] que usamos) es para todos. Si de verdad ésta fuera una reforma por la calidad educativa, el Estado estaría mejorando los planteles. En nuestro país, hay más escuelas en el medio rural que en el urbano, y son las primeras las que tienen más necesidades.
Sabemos que no ha sido y no será fácil esta lucha, pero no nos queda de otra: si no lo hacemos nosotros, nadie lo va a hacer. Los gobiernos anteriores siempre han estado cerrados, pero al menos han dado pie al diálogo —cosa que éste, en los tres años que lleva, no ha hecho; más aún: ha recrudecido la represión.
70 cc. gracias
Chiapas
Maestro
Aquí hay maestros de las 24 regiones en que está dividido el estado de Chiapas. Desde 2013, cuando empezamos nuestra resistencia contra la “reforma educativa”, decidimos construir un vínculo muy fuerte con los padres de familia. ¿Cómo? Desplegando actividades que ayudaran a mejorar la enseñanza y el aprendizaje de los niños, dedicándole más tiempo a nuestras labores e informándoles sobre lo que dicha “reforma” implica.
Desde el 15 de mayo, el 100% de las escuelas en Chiapas se encuentran en paro indefinido. Más o menos en el 98% de los casos, esto lo hicimos los maestros (con el consentimiento, claro está, de los padres de familia). En el otro 2%, donde hay maestros que siempre han sido esquiroles del gobierno, fueron los padres de familia quienes cerraron las escuelas y obligaron a dichos maestros a sumarse a la lucha, ya sea en Chiapas o en la ciudad de México.
El apoyo de los padres de familia es incondicional. El 31 de mayo, por ejemplo, gracias a ellos logramos bloquear 120 de las 122 alcaldías que hay en nuestro estado.
En cuanto al apoyo de otros sectores sociales, hay que mencionar a los zapatistas, que siempre han abrazado las luchas del magisterio democrático. Su solidaridad no nos sorprende, ya que, desde 1994 [año del levantamiento del EZLN], reiteradamente nos la han expresado.
Nos apoyan, también, los estudiantes normalistas, así como de todos los planteles de la Universidad Pedagógica Nacional (UPN) de Chiapas; de igual forma, está la solidaridad de las organizaciones sociales e, incluso, de algunos empresarios. Todos ellos nos apoyan con víveres, económicamente, etc. Por todo eso, en nuestras manifestaciones estatales ha llegado a haber más de 200,000 personas.
Nuestro movimiento es de multitudes, de bases, pero pacífico. Queremos mostrar la fuerza de la inmensa mayoría de los maestros, padres de familia y sociedad, quienes estamos en contra de la “reforma educativa”. Aunque ya está aprobada como “ley”, creemos que se puede echar abajo. Por ello, nuestro objetivo inmediato en estos días de lucha es establecer una mesa de diálogo, de negociación, con las autoridades federales.
¿Qué temas abordaríamos? Precisamente, las afectaciones a nuestros derechos laborales, así como a las escuelas normales y a la escuela pública en general. Nuestra lucha es por nuestro empleo (lo cual la hace una lucha legítima), pero también en defensa del normalismo. Con estas “reformas” arbitrarias, punitivas, se desalienta a las futuras generaciones para formarse como docentes. Si avanzara la “reforma educativa” (aunque en Chiapas no está avanzando en lo más mínimo), veríamos el cierre de las escuelas normales, ya que ningún joven se sentiría impulsado a estudiar para ser maestro.
En cuanto a lo ocurrido el 31 de mayo en Comitán, Chiapas*, queremos decirle a la población que nos deslindamos totalmente de esos actos. Esto lo hizo el gobierno para manchar la imagen del magisterio que está resistiendo. Nosotros no necesitamos ejercer violencia alguna para defender nuestros derechos y la educación pública.
* Se refiere a la supuesta vejación, por parte de los maestros en resistencia, a profesores y líderes magisteriales esquiroles.

Maestro de Educación indígena
Nuestro movimiento no es gremial. Gracias a la CNTE, las “reformas” estructurales [del gobierno] han sido bloqueadas, lo que ha evitado que el país se suma más en la pobreza. En Chiapas, las comunidades se alzaron para empezar a revisar estas reformas: se conectaron.
Después de 2013, cuando varios compañeros maestros a los que todavía no les caía el veinte aceptaron ser evaluados [por el Estado] y se dieron cuenta de cómo les afectaba esto, comenzaron a cerrarse círculos. No estamos en contra de la evaluación, sino de que sea sancionadora, que desconozca los derechos laborales.
El papel asignado al maestro, desde hace mucho, ha sido el de alfabetizar, no el de educar, porque eso es lo que necesita el Estado capitalista para seguir enriqueciéndose. Sin embargo, hay gente con corazón, con experiencia, que quiere revertir esto. Hay estados completos [en el país] que están tratando de desprenderse de aquel modo de entender la “educación”.
En Chiapas, los maestros nos dimos a la tarea de empezar a auto educarnos: ver, escuchar, qué es lo que nos conviene como sociedad. ¿Qué tipo de vida tendríamos si lo perdemos todo? Las “reformas” son una declaración de muerte al pueblo. Los campesinos están empobrecidos, porque el Tratado de Libre Comercio (TLC) les impide vender sus productos; lo que se consume, viene de otro lugar. Pero vamos paso por paso.
Los zapatistas son otro bloque que no se queda de brazos cruzados. Como pueblo ch’ol, nosotros hemos huido de los espacios de explotación; otras culturas, en cambio, fueron obligadas a permanecer en el seno de la explotación, hasta que se rebelaron. Esta fuerza es característica de los indígenas en Chiapas.
El gobierno no toca su corazón, sólo reprime. Pero, entre más represión haya, más se despierta la gente, más crece el movimiento. Si sube el tono de la represión, también lo hace el de la organización. No crece el desánimo, sino que empezamos a replantear qué tareas tenemos cada uno de nosotros para rediseñar la sociedad.

Maestro
La reforma se puede tumbar, cuando la gente despierte y diga ya no queremos más hostigamiento, mas represión hacia nosotros. Pero es difícil, porque [el Estado] se aprovecha de la necesidad de la gente: al ver que le ofrecen un poco de dinero, accede a cumplir las cosas que los patrones o el mismo gobierno [le piden].
El gobernador de Chiapas ha dejado que la policía federal nos ataque. Él dice que va a defender a los maestros “que están en el salón de clases”, pero a veces esos maestros no son los realmente comprometidos con sus niños, sino con su quincena.
Nosotros, en Chiapas, tuvimos reuniones, platicamos con los padres de familia y dijimos: “Primero, vamos a defender nuestros derechos y, de ahí, la educación gratuita”. Los papás respondieron: “Nosotros queremos un compromiso de ustedes. Está bien, se van a paro, pero denos una idea de qué van a hacer cuando vuelvan a clases”. Ya nosotros habíamos visto que, regresando, posiblemente en la tardes, sábados o domingos, podíamos reponerles las clases a los niños. Los papás nos dijeron entonces: “Se ve que tienen ganas de luchar por su trabajo y por mis hijos”, y eso es lo que estamos haciendo acá nosotros.
Otro maestro de Educación indígena
Ocosingo es la región que está moviendo a Chiapas. Yo soy de allí y les doy gracias a los padres de familia, quienes nos han apoyado en todos los sentidos: tanto en el movimiento como en llegar a las comunidades marginadas. Nos han ayudado a tomar y promover medios masivos de comunicación, para que nuestras exigencias sean divulgadas. Asimismo, hemos hecho bloqueos como parte de nuestra lucha.
Yo soy maestro de idioma nativo: tengo que dominar tanto el tzeltal como el español. Es un trabajo difícil, complicado, pero ahí lo estamos llevando acabo. Desafortunadamente, a los 9 ó 10 años [el gobierno] nos cambia el plan [de estudios] y, para volver a retomar [nuestras actividades], es un poco difícil. El gobierno pide calidad, pero no aterriza sus planes y programas dentro del contexto social del niño y las condiciones en las aulas.
¿Cuál es la situación en las escuelas? El Estado dice que hay suficientes recursos, pero, en realidad, las escuelas rurales [están en muy malas condiciones]. Se hace mucho lodo cuando llueve, se inundan, algunas no tienen sillas. El gobierno evalúa a los niños de las comunidades rurales igual que a los de las ciudades, pero éstos aprenden de modo distinto que aquéllos. ¿Cómo pretenden evaluar así?
Hay que mejorar la infraestructura para mejorar la calidad de la educación. Por eso estamos en este movimiento, para que se vea la realidad. Tenemos el apoyo total de la comunidad de Ocosingo.
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Regional Azcapotzalco (Cd. de México)
Ésta es la octava ocasión en que sacamos nuestras actividades pedagógicas, nuestra educación alternativa, a las calles. Uno de los frentes en que estamos llevando a cabo la lucha como CNTE es el pedagógico, y es en esta Jornada donde se expresa. Los maestros que estamos aquí, la mayoría de nosotros del nivel secundaria, estamos compartiendo con la población lo que es la educación democrática: vamos más allá del programa [oficial] de estudios, de los horarios y los encasillamientos.
Los niños [que están participando en esta Octava Jornada] se desenvuelven de manera creativa; muchas veces, dentro de las escuelas cuesta trabajo hacer esto, por la cuadratura con la que funcionan, pero aquí es posible. Estas jornadas las realizamos una o dos veces al año, y son parte del diálogo [nacional] por la educación que estamos proponiendo.
A pesar del charrismo y de las autoridades, que siempre sabotean los actos de la CNTE, aquí están hoy padres de familia, alumnos y la comunidad en general, integrándose. Ése es el objetivo de una actividad como ésta: dar a conocer nuestro proyecto educativo alternativo, [que busca sobreponerse] a la falta de recursos.
Aquí en Azcapotzalco, en la escuela 207 “Zapata Vive”, hay una propuesta muy desarrollada. Los sábados hay cursos especiales con compañeros de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) que van a apoyar, y se abren a toda la comunidad. Esto, en un espacio que antes estaba controlado por las autoridades. Las escuelas 67 y 140, vespertina, también han ido desarrollando proyectos parecidos.
La educación pública se defiende desde las comunidades; éstas, al estar dentro de las escuelas, hacen suyo el espacio, y saben que, con esta “reforma educativa”, lo que se está perdiendo es la oportunidad de los jóvenes para sumarse a un proceso de educación. Pero, vincularse con la comunidad es más difícil en la ciudad que en espacios con tradiciones más arraigadas. Aun así, en Azcapotzalco hay pueblos y barrios originarios, lo cual nos ayuda a reapropiarnos de los espacios públicos. Éstos los hemos venido ganando, porque no es fácil que las autoridades nos los “concedan”.
Hay que organizarnos, ser parte de la comunidad, “encabezar” sus demandas. O, mejor dicho, no encabezar, sino estar con ella, así como ella está con nosotros en nuestras luchas. Por ejemplo: la “reforma educativa” se está quebrando, entre otras cosas, porque las escuelas se han movilizado exigiendo el regreso de sus maestros, trasladados a otros espacios (generalmente, por tener una posición crítica ante el gobierno). Vincularse con la comunidad es romper el esquema del Estado.
La CNTE no es lo que los medios [de comunicación] dicen de nosotros, sino que somos personas que estamos luchando tanto por nuestros derechos, como por los de todos en general.
Al lado de este frente pedagógico, está el político: tenemos una representación, como secciones X y XI de la CNTE, en el plantón de La Ciudadela (de hecho, estamos desde el inicio, por lo que nos tocó el desalojo [en Santo Domingo y la Secretaría de Gobernación]). Allí, organizamos ciclos de cine para los compañeros (Por cierto, nuestra Séptima Jornada la llevamos a cabo en el anterior plantón nacional, en el Monumento a la Revolución, a donde acudió un número importante de jóvenes, con sus padres). También, hace poco realizamos en Azcapotzalco un taller de autodefensa, por las agresiones que estamos recibiendo como maestros. Además de todo esto, están las movilizaciones.
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Maestra de Oaxaca
Soy profesora bilingüe: enseño en español y en mixteco. Ahorita, estoy a cargo del tercer año de primaria. Vengo de la costa de Oaxaca; específicamente, de Pinotepa Nacional. Como ya se sabe, estamos en plantón porque nos resistimos a la “reforma educativa”.
La escuela en la que trabajo es de organización completa: trabajamos de ocho de la mañana a una de la tarde. Muchos creen que los maestros sólo laboramos cinco horas, pero no es así: en las zonas rurales, además de dar clases, implementamos eventos culturales, creamos viveros, nos reunimos con padres de familia y la comunidad, etc. Todo eso se lleva a cabo en horarios extra escolares, por las tardes, e incluso en fines de semana. No es verdad, entonces, que trabajamos pocas horas y ganamos mucho. Pero el gobierno no ve ninguna de estas actividades [extras] que hacemos. Además, muchos de nosotros tenemos licenciaturas y posgrados terminados, que el Estado no reconoce: con la “reforma educativa”, quiere vernos a todos como “principiantes”.
En nuestra lucha, hemos recibido todo el apoyo de los padres de familia. Cuando nosotros les avisamos que íbamos a empezar estas jornadas de resistencia, de hecho, nos pidieron que estuviéramos presentes en las actividades [de protesta]: querían vernos en los plantones, ya sea aquí en la ciudad de México o en Oaxaca.
En el plano académico, las mujeres hemos resaltado bastante; en cuanto a lo político, muchas compañeras tienen el valor de estar aquí [en el plantón] y no dejarse intimidar, a pesar de que se sabe que corremos riesgos y pasamos muchas carencias. Es un orgullo que las mujeres estemos aguantando todas estas inclemencias.
A la población que todavía no nos apoya, yo le pediría que reflexione sobre que no estamos aquí nada más “obstruyendo las calles”, sino peleando por nuestros derechos y por la educación pública.