Explorando el camino más arduo. Entrevista con Andrew Murray

Una apasionante entrevista sobre el tema del conflicto con Andrew Murray, facilitador profesional y residente en la comunidad Findhorn. Gill Emslie y Andrew Murray acaban de estar en España, concretamente en Aineto, un pequeño pueblo del Pirineo oscense, donde han impartido un taller sobre resolución de conflictos, titulado “Libertad y Compromiso”, organizado por la asociación La Carrucha Cultural (ahora Selba). Ambos viven en Findhorn, una comunidad intencional en Escocia, entre Inverness y Aberdeen, junto al pueblo del mismo nombre.
Ulises: ¿Desde cuándo estás trabajando el tema del conflicto y qué te llevó a adentrarte en este difícil tema?
Andrew: Llevo trabajando en el campo de la terapia y el trabajo de grupo más de veinte años y durante este tiempo, el conflicto siempre ha sido algo que me ha interesado especialmente. Empecé a interesarme por este tema viviendo en comunidad, al ver las dificultades que surgen en los procesos de toma de decisiones de grandes grupos.
Algunas veces veo el conflicto como un simple medio que nos permite comprender las relaciones humanas. Desde esta perspectiva el conflicto no es más que una forma de describir lo que sucede cuando las diferencias se hacen insalvables, o cuando lo nuevo trata de reemplazar a lo viejo, o cuando algo cambia en relación con algo que permanece. Es una definición muy amplia, realmente. Bueno, no tanto una definición como la descripción de un proceso…
Normalmente la gente piensa en el conflicto sólo desde un ángulo de este proceso: la forma tan impredecible, violenta, aterradora, difícil, que manifiesta cuando las cosas se ponen mal, o algo no se está respetando o teniendo en cuenta, o a veces es simplemente por resistirse a un cambio que necesita producirse. Esperar que las cosas sean de una determinada manera o depender de algo nos hace ser potencialmente defensivos, temerosos e irascibles. Con el tiempo, la represión de estos sentimientos crea unos resultados explosivos. Lo ocurrido en Nueva York en septiembre de 2001 es un ejemplo extremo de este proceso en un contexto global. En esencia todo se reduce a una dificultad de relación.
Para volver a la cuestión, debería añadir que han sido las dificultades que he podido experimentar en mi propia vida y mi lucha incesante para estabilizar, resistir, comprender y remediar estas dificultades lo que me ha atraído hacia este campo de trabajo.
U: ¿Qué formación y qué cualidades hay que tener para resolver conflictos o para ser un buen facilitador de grupos?
A: Ser un ser humano es una cualidad bastante buena. Tener interés por el mundo y curiosidad por los demás, disfrutar de las cosas íntimas, de la comunidad, de las emociones y del riesgo, es una buena ayuda. Existen muchas escuelas de comunicación, de psicología, terapia y desarrollo espiritual. Todas ellas tienen información y habilidades que enseñar. Pienso que es importante encontrar un lugar desde donde empezar, que nos parezca interesante, que tenga un lenguaje que nos atraiga y a partir de ahí experimentar.
U: ¿Crees que existe alguna relación entre los conflictos personales y los grandes conflictos mundiales? ¿Qué puede significar una frase como ésta: “estamos en una época conflictiva”?
A: Todo grupo o comunidad en sentido amplio tiene una cultura que se compone de toda clase de cosas: creencias, sueños, historia, clima, deseos, esperanzas. Nosotros vivimos estas cosas de una manera personal, pero las comunidades son mucho más que un efecto de campo, una presencia dinámica de todas estas cosas interactuando entre ellas. Es importante comprender esto. La cultura es una expresión de la interacción de todas estas cosas. Esta interacción está continuamente cambiando y nuestras relaciones reflejan estos cambios. En cualquier grupo se puede ver una corriente cultural mayoritaria, todos tenemos una idea de lo que esto significa y nosotros mismos nos situamos en relación con dicha corriente, incluidos o marginados. Si una parte de nuestra cultura es reprimida asiduamente o se deja indefinidamente de lado, al final reacciona inesperadamente. Algunas veces esta parte muere, otras veces se rebela o irrita, y a través de este proceso la corriente mayoritaria cambia, se desarrolla o se debilita.
Este proceso es inquietante y conflictivo, pero en sí mismo es un proceso vital, el proceso de la vida. Cuando los conflictos están paralizados o reprimidos, la solución del conflicto puede ser violenta, dolorosa y con resultados catastróficos. Pero hay algo que podemos hacer en este punto.
Estoy hablando de la vida de los grupos y de las comunidades, pero por supuesto la única manera en que nosotros conocemos todo esto es a través de las experiencia personal y de nuestras relaciones directas. Nosotros integramos estos procesos culturales en nuestras relaciones. Nos podemos sentir impotentes a la hora de afrontar los graves conflictos globales, pero nosotros estamos creando la cultura en todo lo que hacemos, en todas nuestras relaciones, y los roles que aparecen en la situación global están también presentes en nosotros. Masculino, femenino, amante, tirano, artista, líder, agitador, terrorista, fundamentalista, anarquista, niño, sanador, sabio, anciano, loco… Todos los deseos y todos los miedos son accesibles para nuestra imaginación porque ellos conforman nuestra propia naturaleza, y nuestra naturaleza nos lleva tener una relaciones en las que estos roles actúan unos sobre otros.
En todo momento somos, por una parte, lo que experimentamos y vivimos a nivel personal e individual y simultáneamente somos roles en un grupo, de la misma manera que lo son nuestras comunidades en el mundo. Tener conciencia de esto nos proporciona un marco amplio en el que entender nuestros sentimientos y conflictos y nos da más espacio para actuar sobre ellos.
U: En vuestra comunidad existe un nutrido grupo de facilitadores, ¿es por casualidad o por alguna razón especial?
A: Findhorn es una comunidad experimental grande, comprometida con una visión ecológica y holística y con una forma de gobierno que integre todas sus voces. El conflicto es por tanto inevitable y tener personas con habilidades en trabajo de grupo es esencial. Somos una comunidad de aprendizaje y todos los aspectos relacionados con el liderazgo son centrales para nuestra formación. La facilitación es una habilidad central en relación con el liderazgo. También importante para la vida en pareja o familia, por supuesto.
U: ¿Por qué has elegido vivir en una comunidad? ¿Y por qué en Findhorn? ¿Cómo describirías básicamente tu comunidad?
A: Yo llegué a Findhorn cuando tenía veintitantos años porque estaba descontento de todo y un tanto al margen de la vida normal, y buscaba un lugar que apoyara mis valores y donde sentirme apoyado y que tuviera objetivos que yo podía apoyar. Era un poco ingenuo y egocéntrico (ahora ya no soy tan ingenuo). Me quedé enamorado de la belleza de este lugar. Me dio lo que necesitaba entonces, pero no era lo que yo esperaba y tuve que afrontar algunos cambios esenciales en mi vida, entre otros el tener que enfrentarme a mi alcoholismo y adicción por las drogas. Mis objetivos ahora son totalmente diferentes y también mis prioridades y además soy treinta años más viejo, así que ahora veo una comunidad diferente, o mejor dicho entiendo la idea de comunidad de una manera diferente. Ahora soy más consciente de que esta comunidad es un proceso temporal, así como un conjunto de sistemas y una colección de individuos y un centro educacional, y una ecoaldea… Bueno, pienso que Ecoaldea, al menos como yo entiendo esta palabra, es lo que mejor describe la situación actual de Findhorn, y este proceso a lo largo del tiempo incluye todos los seres vivos y los sistemas de interacción y por supuesto el paisaje.
U: Vuestros talleres, al menos el que habéis hecho aquí en Aineto, son más bien prácticos y exigentes en cuanto a la participación de la gente, ¿existe alguna razón especial para que sean así? ¿No tenéis miedo de las reacciones de los participantes? ¿No teméis que en alguna de las dinámicas alguien se comporte de una manera inesperada?
A: Pienso que los miedos que sentimos unos de otros y de lo que pueda acontecernos en la vida se hallan en el centro de nuestras dificultades. Son cosas que tratamos de controlar. Es por ello que reprimimos lo que nos molesta hasta que se hace explosivo. Para aprender del conflicto, para integrar las cosas que nos molestan de los demás, tenemos que darles la bienvenida, o al menos permitirles estar presentes e invitarles a hablar. Todo ello sirve para aprender cómo estar más a gusto en medio de un conflicto, para aumentar nuestra conciencia de manera que podamos tener buena perspectiva cuando las cosas se ponen mal. Todo esto se consigue con la práctica personal, por ello nuestros cursos son muy prácticos y muy personales. Y nos gusta que la gente se sorprenda de sus reacciones y de las de los demás, incluidos nosotros.
U: Sin embargo, es evidente que nada es improvisado y que todo tiene su trasfondo teórico. ¿Cuál es la teoría que se esconde detrás de toda esta práctica? ¿Qué influencias teóricas sustentan vuestros talleres?
A: Conocemos un poco de muchísimas teorías y bastante de algunas de ellas. Nuestro trabajo se basa especialmente en las teorías de Arnold Mindell, Max Schupbach y otros miembros de la escuela de Psicología Orientada a Procesos, POP. Además tenemos algunas creencias personales sobre el conflicto que dan forma a las herramientas y estructuras que utilizamos en nuestros talleres. Por citar algunas:

  1. el conflicto es una experiencia evolutiva inevitable y llena de sentido.
  2. el conflicto apunta a las relaciones humanas.
  3. existe una relación entre nuestros conflictos internos y aquellos que aparecen en las relaciones de grupo, las organizaciones, las comunidades y el mundo.
  4. para comprender el conflicto es necesario tener en cuenta ambos extremos de este continuo: los asuntos personales se iluminan entendiendo el mundo y al revés.
  5. el conflicto se convierte en una amenaza cuando nos resistimos a él, cuando tenemos miedo de sus consecuencias, cuando priorizamos la resolución o la represión antes de comprender todas las partes que éste encierra.
  6. para trabajar en el campo del conflicto necesitamos sentirnos a gusto con él. La componente esencial de la formación consiste en una búsqueda de nosotros mismos que se lleva a cabo no con respuestas dadas sino con la extensión de nuestro espacio personal y de nuestra conciencia de manera que el conflicto se pueda desplegar en su totalidad en dicho espacio y podamos descubrir su significado.

U: Un concepto central en vuestra manera de abordar el tema del conflicto es el de “edge” (extremo, límite, barrera), ¿Podrías explicar con más detalle en qué consiste? ¿De dónde surgen estas barreras? ¿Cómo se superan? ¿De qué recursos disponemos los seres humanos para ir más allá de estos límites?
A: La “barrera”, en el sentido en que usamos dicha palabra en nuestros talleres, es una descripción de algo que existe y se sitúa entre una parte de nosotros mismos con la que nos identificamos completamente, y algo diferente con lo que preferimos no identificarnos o que excluimos o que retenemos en nuestro inconsciente. Otra forma de verlo es como un bloqueo comunicacional que surge cuando una persona o grupo reprime algo que quiere emerger.
Por ejemplo, ahora estamos manteniendo una conversación sobre mi trabajo, yo me siento a gusto con aquella parte de mi mismo, con la idea que yo tengo de mi mismo como enseñante o facilitador. Si tu próxima pregunta fuera sobre cuánto dinero tengo o sobre mi vida sexual, probablemente me quedaría sin palabras o me echaría a reír o me pondría rojo como un tomate o cambiaría de posición. Quedaría atrapado en la “barrera” existente entre dos partes diferentes de mi mismo sobre las que tengo diferentes sentimientos o que tienen diferente presencia en nuestra relación. El concepto de “barrera” es idiomático, pero la manera en que lo estoy describiendo ahora mismo procede de la Psicología Orientada a Procesos.
Cuando alcanzamos los límites de nuestra identidad nos encontramos con lo que Arnold Mindell llama una “barrera”. Es una manera descriptiva de nombrar aquello que nos impide explorar otras partes de nosotros mismos con las que no nos identificamos. “Barrera” usada de esta manera, es una poderosa y evocativa metáfora. Suena como si costara trabajo llegar hasta ella, o como si de repente se abriera la tierra debajo de nuestros pies [en inglés, “edge” puede dar mejor esa impresión que en español, Nt]. También se puede ver como la cima de una montaña envuelta en nieblas que ocultan monstruos y sabios magos, que tanto nos enseñan como inhiben nuestro comportamiento. No sólo las personas sino también grupos de personas pueden encontrarse con dichas barreras. Se nota por los silencios repentinos, o por los ataques de risa o por un cambio súbito de humor. Aprender a captar estos momentos y saber adentrarse en ellos es una habilidad fundamental de la facilitación de grupos.
Yo no creo que la barrera, en el sentido que utilizamos aquí la palabra, es algo que haya que superar. Algunas veces puede ser bueno “saltar por encima” de la barrera, pero la barrera es un proceso más que un lugar. Los personajes y las voces que se hallan allí, pueden estar actuando como un bloqueo que impide desvelar el proceso, pero la barrera está llena de sentido, y en caso de conflicto es útil explorarla, dar espacio a los personajes para que se dejen ver y puedan hablar.
El lenguaje clásico de la iniciación nos advierte contra el Guardián de la Puerta, que tenemos que conquistar, o aplacar o integrar de alguna manera antes de que podamos adentrarnos en el siguiente nivel de nuestro ser. Los mitos y los cuentos de hadas están llenos de historias de luchas con estas figuras límite que aparecen disfrazadas de muchas maneras: Cerberus en la puerta del Hades, La bella y la bestia… En la tradición chamánica, Don Juan enseña a Castaneda cómo acechar sus monstruos del Nagual y como luchar con ellos para convertirlos en sus aliados.
U: Habéis hablado también de rango (“rank”) y lo habéis definido como la suma de privilegios de una persona. ¿De qué privilegios disponemos? ¿Todo el mundo tiene algún tipo de rango, o existen personas sin rango alguno? ¿Qué relación existe entre “rango” y “conflicto”? ¿Por qué nos puede ser útil ser conscientes de nuestro rango?
A: Nuestra manera de entender la palabra “rango” procede también del trabajo de Arnold Mindell y de sus colegas. Estas ideas de rango y privilegio permiten dar cuenta de las diferencias entre las personas y de cómo organizamos nuestras relaciones sociales y políticas. Son útiles porque facilitan nuestra compresión de la relación existente entre nuestra vida personal y el mundo, especialmente en cómo vivimos el poder, la libertad y la opresión. Privilegio es una manera de describir nuestra experiencia de libertad personal. Ser un hombre blanco, educado y angloparlante tiene muchas ventajas en el mundo y especialmente en aquella parte del mundo, Europa, donde yo vivo. Estos beneficios, la libertad que me dan, en contraposición por ejemplo con la experiencia de una persona de color, en un mundo “de blancos”, son un regalo. Yo puedo haberme esforzado en tener una educación, pero la misma posibilidad de tal educación es un regalo, de igual manera que el color de mi piel es un “regalo” de nacimiento.
No tengo ninguna posibilidad de elección en relación con este “rango”, pero puedo ser más o menos consciente de él. Y es diferente según la situación, como cuando estoy en un lugar en el que no hablo el idioma. Aquí, por ejemplo, mis habilidades comunicativas, y el hecho de tener el rol de facilitador, pueden darme una gran cantidad de libertad y de poder -yo puedo elegir cuándo terminar la conversación y el contenido y la dirección del trabajo-, pero al mismo tiempo, siento disponer de menos libertad que los participantes en el curso porque yo no entiendo lo que la gente dice.
Hay diferentes clases de rango. El rango de ser blanco y educado es social y situacional. Pero también hay rango psicológico o rango espiritual. Su procedencia se halla en cuestiones como la edad, o la experiencia en haber superado graves enfermedades o haber luchado en situaciones de gran opresión o en tener una profunda fe. Todo ello tiene que ver con nuestro grado de libertad personal en el mundo y con la imagen que tenemos de nosotros mismos. Yo puedo no tener un duro y sentirme limitado por ello, pero al mismo tiempo todavía mantengo mis privilegios que tienen que ver con ser un hombre blanco. Nuestro rango, o cómo nuestro rango opera en un grupo, no es un estado permanente. Es una dinámica que cambia constantemente en la relación según la situación y el flujo de nuestras interacciones. El rango organiza nuestra comunicación.
Si no soy consciente de mi rango en una situación determinada, si no soy capaz de celebrar mi rango o me siento avergonzado o pidiendo disculpas por tenerlo, la gente seguramente se indignará, y lo que es más importante, yo mismo abusaré probablemente de dicho poder simplemente porque no me he identificado con él. Tendemos más fácilmente a identificarnos con nuestras experiencias de “bajo” rango, por las que nos sentimos no tenidos en cuenta o con dificultades. En una situación de conflicto, las dos partes tienden a identificarse con vivencias de “bajo rango”. Sin embargo, cuanto más consciente sea, y cuanto más capaz sea de operar desde donde tengo poder y libertad (es decir desde mi rango), tanto menos reactivo y defensivo seré, y esto seguro ayudará a desentrañar el conflicto.
El rango apunta hacia el poder del momento. Nuestra experiencia de él es muy personal. Nuestra habilidad para identificarnos con él nos da un espacio interno en el que vivir la relación y tolerar el conflicto. Nos da más espacio para movernos en situaciones difíciles. Nuestra habilidad para percibir y “celebrar” nuestro rango y para identificarnos con él en cada momento, tiene mucho que ver con cómo lo hemos aprendido y experimentado en otros en el pasado. Pensar en las relaciones humanas en términos de rango nos ofrece una buena ruta para comprender la relación entre nuestro mundo interior -todas las partes de nosotros mismos- y el mundo de nuestros grupos y comunidades. Esto nos ayuda a participar de una manera más fluida y creativa en el mundo.
U: Vuestro acercamiento al tema del conflicto se nutre tanto de la Psicología de Procesos de Grupo como de vuestra práctica espiritual, usual en vuestra comunidad. Si conceptos como “edge” o “rank” son más bien propios de POP, ¿qué elementos de práctica espiritual están presentes en vuestros talleres?
A: Mi práctica espiritual tiene que ver en cómo yo me siento a mi mismo y me desarrollo en relación con la totalidad de la vida a mi alrededor. Cómo la vida fluye en el mundo y a través de mi. Cómo yo respondo al mundo en el que soy parte de un desarrollo natural integrado e interdependiente, en el que toda acción es más o menos armoniosa o mantenedora de vida y de belleza. Este es el contexto en el cual tienen sentido las ideas psicológicas y las herramientas que ofrecen.
U: El taller se ha realizado en Aineto, un pueblo abandonado en los años 60 y ahora en proceso de recuperación gracias a la encomiable labor de sus habitantes y de la asociación Artiborain de la que forman parte. ¿Venir a este lugar ha supuesto un aliciente añadido para vosotros? ¿Qué destacaríais de este sitio?
A: Viniendo como venimos de una comunidad intencional, de orientación espiritual, de una ecoaldea, nos es fácil reconocer a nuestros compañeros de viaje en cualquier lugar del mundo en el que estemos, así que Aineto era para mi como mi propia casa, un lugar dulce y agradable… Encontrarme con esta gente ha sido una experiencia muy bonita.
U: Ya para terminar, ¿cuáles son vuestros próximos proyectos? ¿en qué andáis ahora enredados? ¿Pensáis volver por España?
A: Espero poder volver a España el próximo año. Gill y yo mismo trabajamos con otros grupos de formación y consultoría. Gill trabaja en la Findhorn Foundation Consultancy, y yo tengo mi propia empresa, Mangaan Training and Consultancy, junto con nuestro colega Ben Fuchs. Trabajamos con empresas, con la administración y con organizaciones no gubernamentales y comunidades de todo tipo. Este año he estado trabajando con comunidades en Brasil y en Rusia, así como con diversas empresas en UK. Desde aquí agradecemos cualquier invitación para trabajar en estos temas, especialmente si se trata de sitios como Aineto.
Mi mayor proyecto ahora mismo es organizar una conferencia y taller que tendrá lugar en Findhorn en mayo. Mangaan se encarga de facilitar el evento, pero todos los que en Findhorn nos dedicamos a estos temas estamos trabajando para sacar adelante este importante simposio. Su título es Conflict and Transformation [Ver cuadro aparte].
Qué es el Trabajo de Procesos (Process Work)
El Trabajo de Procesos es una manera interdisciplinar de afrontar y apoyar el cambio individual y colectivo. Sus orígenes se remontan a la década de los años 70 y 80, cuando el profesor Arnold Mindell, trabajando como psicoanalista jungiano en Zürich (Suiza), comenzó a investigar la enfermedad como una expresión del inconsciente. También conocido como Psicología Orientada a Procesos (POP) o como Dreambody Work (Trabajo con el cuerpo y los sueños), el Trabajo de Procesos ofrece nuevas maneras de trabajar con aquellos aspectos de la vida que se experimentan como problemáticos o dolorosos. Tanto los síntomas físicos como los problemas de relaciones, los conflictos de grupo o las tensiones sociales, cuando nos acercamos a ellos con curiosidad y respeto, suministran valiosa información que puede ser vital para el crecimiento personal y colectivo. Con sus raíces en la psicología jungiana, el taoísmo y la física cuántica, el Trabajo de Procesos parte de la creencia de que la solución a cualquier problema está contenida en el propio problema, proporcionando un marco práctico en el que individuos, parejas, familias y grupos pueden alcanzar un mayor nivel de conciencia y creatividad.
Fuente: Rehabitar nº3